miércoles, 1 de agosto de 2012

LOS MOMENTOS QUE LA VIDA NOS REGALA

                                    Por Mtra. Marta Campillo R.
    La vida nos sorprende en los momentos más inesperados, muchas veces cuando estamos sumergidos en ese enorme laberinto del correr cotidiano, de las prisas, de la presión en el tiempo que nunca alcanza o cuando estamos capturados por las preocupaciones o la tensión, justo en eso momentos sucede algo que nos para y nos asombra.

      Esta sorpresas pueden ser el que alguien nos hable, nos encontramos a alguien que no hemos visto hace mucho, nos reímos de algo que nos pasó cuando lo estamos contando a algún amigo, recibimos un correo, alguien se acuerda de nosotros y nos manda saludos, conocemos a alguien que pareciera que ya lo conocíamos desde hace muchísimo, ponemos un disco que hace años que no escuchábamos y nos trajo una sensación muy grata al escucharlo y recordar lo mucho que nos deleita o nos tomamos unos minutos para poder estar con nosotros mismos y hacer lo que nos place cantar, comer algo que os gusta, dibujar escribir o bailar o no hacer nada.

      El muy interesante el efecto emocional que tiene las sorpresas buenas, pareciera que se abre un corte en el tiempo para el entusiasmo, es como si ese contacto con esa persona nos diera energía o nos llenara de entusiasmo, nos animara a sentirnos bien con nosotros mismos, es como si nos cambiara del canal o del lugar emocional de desánimo o estrés, al espacio de recordar o revivir las cosas buenas y bellas que vivimos en el pasado con esa persona; el cariño fortalece, al sentirnos escuchados e importantes para la persona, al compartir y contarle todas las cosas nuevas, al poder desplegar esa parte de los que somos que solo se da con esa persona.

      El contacto que tenemos con las personas es único, en el sentido de que en la interacción que tenemos con ellas se crea una versión de lo que somos que no es la misma que con otras personas, así nuestra identidad es todas esas negociaciones e interacciones de la versión preferida de lo que somos y algunas veces de la que no es tan preferida cuando las interacciones con difíciles o negativas.

     Cuando una persona que ha estado en esa lista de personas con la que hemos tenido alguna relación, que hemos sido amigos, hace contacto nuevamente se renueva muy fácilmente ese vínculo que se ha establecido aunque las personas no estén cercanas físicamente lo están en el corazón.

            Los momentos que nos sorprenden son como un rayo de luz que nos ilumina, pueden ser pequeñas cosas que llegan a nosotros inesperadamente y que traen consigo el afecto de alguien o el recuerdo de algo hermosos que vivimos y nos captura para revivir ese efecto de placer que había estado olvidado.Si aceptamos que un contacto inesperado, algo que nos sorprende de manera grata tiene la posibilidad de cambiarnos el estado de  ánimo, pues podemos pensar que ese efecto también nosotros lo podemos crear en  las personas que amamos, con la que somos amigos o aquellas con las que trabajamos o convivimos en lo cotidiano, nosotros podemos dar esas sorpresas que demuestran nuestra cercanía afectiva.

      Podemos tener maneras muy creativas de dar sorpresas, tal vez mandando un mensaje, tal vez haciendo una llamada, tal vez yendo a visitarlas, cocinando algo que les gusta, invitándolos a que estén en los momentos en que celebramos, creando cercanía y lazos amorosos que nos produzcan también a nosotros esa sensación de seguridad compartida, de estar en plural, entre personas con las que la versión de lo que somos es la manera en que nos gusta ser, bueno amigos, generosos, cálidos, animosos, con buen humor y dispuestos a ser felices.

     Cuando la vida nos da sorpresas y el corazón se abre por el júbilo de renovar el contacto con alguna persona, hay que disfrutar ese momento, conservar esa sensación, reconocer el efecto que el amor tiene en nosotros para poder multiplicarlo, para darnos a la tarea de dar una atención inesperada, de expresar interés o cariño sin que se nos haya requerido, de ofrecer una caricia o algún detalle por el solo hecho de hacerle homenaje a tener a esas personas tan valiosas a nuestro alrededor, de contar con esos amigos que siempre han estado ahí, simplemente por que la vida se hace más rica cuando la llenamos de alegría y de amor.

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viernes, 25 de mayo de 2012

EL HUMOR NOS SALVA

Por Mtra. Marta Campillo R.

      En la cultura mexicana es popular el humor negro, esa manera de burlarse de las situaciones difíciles y a la vez ridículas que nos ocurren, el humor nos salva de tomar las cosas con un exceso de realidad y ponernos fúnebres, es mejor reírnos de nosotros mismos y de nuestra inmensa imperfección.

     Reír es verle el lado amable a la existencia pues tantas cosas pueden salir mal en un día, que si ya perdimos las llaves y nos quedamos fuera de la casa y acabamos en un hotel a la media noche sin ropa, sin cepillo de dientes y casi sin dinero para poder pasar la noche y saliendo de ahí  te encuentras a las personas con las que trabajas, las cuales te miran con ojos de curiosidad y crítica, ante locuaz no queda más que reírse pues las apariencias engañan y solo queda pensar en el refrán “así se hacen los chismes”.

     Quien no ha hecho el ridículo sin querer, cuando te ensucias el vestido o la corbata en una comida, cuando riegas el contenido de un vaso en un lindo mantel, cuando se te cae algo y todo mundo te está viendo y solo queda decir “¿Y ya qué?”, y ¿Qué me puede pasar? ¿Moriré de pena? Mejor, hay que reírse a carcajadas, de esa risa que lo hace a uno llorar.

      Cuando nos reímos de nuestra imperfección estamos admitiendo que noes posible ser perfecto y que no hay nadie perfecto, además de que está bien no ser perfecto,  podemos dejarnos ser con nuestras limitaciones y con todas las cosas que hacemos mal, las cuales son parte de lo que somos y de lo que hacemos muy bien y dejar que se nos resbalen los errores y no atorarnos en ocultarlos o criticarnos por tenerlos, todos estamos en la misma condición en cuanto a imperfección se refiere, el humor nos permite humanizarnos y  no culpabilizarnos, reírnos de nosotros mismos es el camino de la misericordia con nuestra inacabada humanidad, que es grande.

     Si por cada cosa que hacemos mal nos  pagaran estaríamos ricos, hacemos muchas cosas mal, esto es, sin querer equivocarnos y puede que éstas compitan con las que hacemos bien, nos caemos, tiramos cosas, damos un arrancón o frenamos bruscamente, se nos olvidan cosas, no estudiamos suficiente o no cumplimos con lo que dijimos que íbamos a hacer, quedamos mal, hablamos de más, contamos algo que no debimos o criticamos a los demás, llegamos tarde a una cita, nos enojamos de más, nos frustramos ante una pequeñez, en fin que si nos paráramos a mirar los errores pues estaríamos “fritos” como se dice popularmente, así la risa nos ayuda a convivir con lo imperfecto de nuestra existencia para tratar de aprender a reducir la ineptitud, reírse es necesario para no sucumbir de desesperanza.

      Cuando ante lo adverso emprendemos el camino del enojo o la frustración, alguien con muy bien humor puede hacer gala de creatividad y hacernos reír, decir una ocurrencia, algo disparatado que por ser literal hace un contra sentido y nos cambia la perspectiva, al reírnos la vida tiene otro color, abrimos la puerta de la aceptación de lo inesperado o frustrante y le encontramos el lado efímero, transitorio o irrelevante, esto hace que se evapore el mal humor, lo denso de la tragedia cotidiana y nos podemos reír a carcajadas, como todo buen evento intrascendente necesita.

      Es cierto que no siempre ni podemos ni debemos reírnos, pero si pensamos en el número de veces que la situación hubiera estado mejor si no hubiéramos hecho un drama o la hubiéramos tomado tan en serio. Tal vez hubiéramos podido encontrar lo irrelevante en lo trágico, lo cambiante y resoluble en lo frustrante, lo minúsculo en lo aparatoso, lo pequeño e intrascendente en lo agravante o desesperante, reír, reír y reírse de un mismo es el camino.

      Además hay que aceptar que el paso del tiempo nos hace cada vez más imperfectos, así que el camino en vez de mirarse mejor pareciera estar peor, podemos esperar más deterioro y más equivocaciones involuntarias, omisiones o desastres cotidianos, pareciera que todos sin remedio estamos destinados a que los años nos pesen y cada vez hagamos las cosas con mayor imperfección, con menor habilidad, así si no queremos que el futuro deterioro acabe de dañar el optimismo, el poder ver a la vida como relativa, como sujeta a una valoración diferente a la que le damos y a cambio como inevitable, reírse será lo único que haga que esa etapa de la existencia pueda ser más llevadera, el humor negro, gris o de cualquier color nos llevará a disfrutar de manera jocosa las locuritas que nos ocurran cotidianamente.

     Disfrutar de reírse es encontrar una manera de ser en la vida, sin tantos contratiempos, de fluir con las inconveniencias y con el estrés de la cotidianidad, no es posible controlar nada de lo que pasa y aceptando con humor la incertidumbre de nuestra existencia se hará más llevadera, haremos todo lo que podamos hacer, con todo empeño y disposición y si no se dan las cosas,  nos aguarda encontrarle la cuadratura la círculo, el lado amable a lo frustrante y reír, reír y reírnos hasta el llanto.

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martes, 15 de mayo de 2012

Enseñar


Marta Campillo R.                     

Enseñar es como volar

Porque las ideas toman vuelo

En el contacto inspirado

Y envolvente de la colectividad



Enseñar es como admirar

La inmensidad del universo

Porque en esa interacción única se descubren

Las posibilidades infinitas de la mente



Enseñar es como nadar en mar abierto

Pues transitando las aguas de lo ignoto

Se revela el camino

Del idear y crear



Enseñar es como correr

Más allá de el límite esperado

En donde a cada paso el empeño rinde frutos

Y la motivación se nutre del esfuerzo realizado



Enseñar es como fortalecerse

En el manantial bullicioso de la creatividad

Al renovarse lo que somos y

Descubrir lo que podemos llegar a ser



Enseñar es como tocar los corazones

Con solo la presencia cálida o con una palabra generosa

Permitiendo que se nutra y

Le crezcan alas a la esperanza



Enseñar es como soñar

En el mundo de lo posible

Es anidar en la fantasía promisorias creaciones

De las futuras realizaciones

lunes, 14 de mayo de 2012

Las vicisitudes del amor: El devenir de la pareja

                                                                                                Mtra. Marta Campillo R.

      Las parejas pasan por todo un proceso a lo largo de su historia, desde la selección  del compañero/a, los acuerdos para profundizar y definir la relación, el establecimiento de la pareja como unidad legal o sea el matrimonio, la consolidación de la familia y las etapas del nacimiento del o los hijos y la salida del hogar los mismos. Todas estas etapas se desarrollan mientras la persona  está cambiando su manera de ser, de verse y de comportarse y descubriendo sus posibilidades de ser persona en el mundo.

       Así, lo que inicialmente nos atrae de una persona puede en el futuro convertirse en lo que nos separa de ella. Las personas en el proceso de crecer tenemos que superar los conflictos que se generan el proceso de crecimiento y de aceptación de lo que somos. Los defectos que nos han marcado y con los cuales ha sido difícil vivir se convierten en una máscara con la cual nos presentamos ante los demás cuando queremos que nos quieran. Muchas veces ese proceso de auto aceptación, en que la auto imagen  que nos vamos formando es de una persona defectuosa o que no ha podido realizar algunas cosas ya sea por dificultades físicas, cognitivas o relacionales, al seleccionar una pareja, va a mirar o enamorarse de aquella persona que no tienen ese problema o que posee lo que esa persona considera que para ella es imposible de realizar o de lograr.

     Cabe preguntarse ¿Qué tanto del amor es idealización o compensación de lo que no tenemos y nos gustaría ser? La selección de pareja no es sencilla y se realiza en una etapa de la vida en la cual la persona está en pleno desarrollo y está descubriendo su potencial, sus metas y lo que para ésta van a ser sus compromisos de vida, lo cual hace que esa selección inicial esté basada en lo que en esa etapa parece ser lo que necesitamos, y en la manera en a cual la persona interactúa con nosotros, aportando a la relación lo que en ese momento parecemos necesitar para crecer. No se puede dejar de lado el componente de atracción física, la química entre las personas, lo cual también define otro de los niveles importantes en el crecimiento, esto es, el desarrollo de nuestra sexualidad y el descubrimiento de nosotros mismos como seres sexuales.

       La relación inicial además se ve limitada o circunscrita a los valores de las familias y lo que éstas piensan de la edad correcta para tener novio o de la aceptación y el manejo que se da a la nueva pareja. No es fácil para los padres aceptar la convivencia a una persona extraña, que además se va a relacionar con un interés sexual con la hija o el hijo. Así existen toda clase de trabas que hacen que la nueva pareja sufra y tenga limitaciones para verse o tratarse sin tanta interferencia, lo que hace que el conocimiento de la otra persona sea limitado y lleno de influencias o prejuicios, por la  prohibición de la naciente pareja. Si existe apoyo  o permiso para que la relación florezca, esto de todas maneras no hace que la pareja se escape de la etapa de la en la que están y de los conflictos no resueltos con lo que llega la persona a la pareja.

      De inicio solo se descubre lo que podemos dar en ese momento de la vida, la cuestión se complica pues cada cónyuge trae una historia de las reglas con las que ha aprendido a vivir y los valores con los cuales piensa que se debe manejar a la familia, el dinero, las obligaciones financieras o el dinero y  tareas cotidianas comunes. Esa confrontación de modos de vivir se hace real cuando comienza la convivencia juntos y se tienen que implementar estrategias de negociación y de acomodo de las costumbres personales de cada quien para poder desarrollar una vida en común.

      Cuando la pareja logra establecer reglas de convivencia comunes  para sí mismos y para la familia y sobretodo existe una dinámica de resolución de conflictos que permita que los desacuerdos que surjan puedan resolverse, la pareja puede avanzar hacia la intimidad más profunda que se va dando con la profundización del amor y de la sexualidad. Sin embargo para muchas parejas  esto no sucede, más bien los conflictos o resentimientos se transforman en una guerra de posiciones por imponer la manera de vivir especial de uno de los dos, proceso que se da con mayor o menor agresividad y sufrimiento o con un desánimo velado con el que la persona sufre el estar en esa relación. Así muchas parejas llegan a la separación o al divorcio.

       Aprender a vivir en pareja es el arte de crecer junto a otra persona, sin que nuestras propias necesidades sean un punto de contención o de inaceptación por el otro. Es el arte de la paciencia, de la aceptación del cambio y de la negociación. Como seres humanos nunca permanecemos iguales, somos un mismo cuerpo pero somos una persona en constante evolución y aprendizaje, lo cual demanda que podamos comunicar esas necesidades y cambios a la persona con la que convivimos de manera más cercana. El amor en la pareja es el compromiso de crecer juntos, de aceptar las diferencias y de perdonar los errores que inevitablemente tenemos para lograr que más allá de los grandes problemas y diferencias de modos de ser, de preferencias y de ideas la pareja pueda permanecer unida y consolidándose en el respeto y el amor.

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lunes, 16 de abril de 2012

ESCUCHAR CON EL CORAZÓN

Por Mtra. Marta Campillo R.
       El lenguaje nos permite describir el mundo que nos rodea y además podemos analizar nuestra propia manera de pensar y de ver lo que pasa con nosotros mismos. Con el lenguaje interpretamos los eventos que vivimos, nombramos lo conocido y creamos nombres para los nuevos procesos que se van descubriendo. Hablar es una herramienta de la vida, la que nos sirve para organizar historias de las experiencias que vivimos y así les damos una organización que nos permite comprenderlas.

      Las palabras son intrínsecas al pensamiento, somos uno, con nuestra conciencia y con los pensamientos, que se plantean con las palabras y el lenguaje, de tal manera que cuando percibimos la realidad con todos nuestros sentidos y la describimos, la analizamos, diferimos de la interpretación que le dan otros, o creamos poemas para  evidenciar el efecto emocional que un evento tiene, estamos siendo a través del lenguaje, la conciencia, creadas en la relación que tenemos con la realidad.

      Vivimos y creamos una interpretación de lo que vivimos, y es de acuerdo a esa lectura que hacemos y a las conclusiones a las que llegamos que actuamos, así, las historias que creamos modelan nuestra vida. Cuando interactuamos con otros ponemos en acción eso que pensamos de nosotros  y recibimos la reacción de las otras personas a lo que hacemos y eso nos permite modificar la manera en que nos comportamos y lo que aprendemos.

      Cuando hablamos con otras personas, no únicamente estamos emitiendo sonidos, estamos expresando lo que somos y lo que deseamos de la relación con ellas, por lo tanto las palabras están inscritas en una relación que les da un peso particular. Así, si una que nos quiere nos dice “Eso no te queda”, tomamos  su opinión en el contexto de la relación  pero si, una persona con la que la relación es mala, nos dice eso, tal vez lo tomaríamos como un ataque o una descalificación. La relación cambia el peso que tienen las palabras. Cuando hablamos con otras personas, las palabras tienen el peso de la expresión del  afecto, nos permiten clarificarle a los demás nuestras intenciones, lo que sentimos, lo que pensaos, lo que queremos de tal manera que podamos interactuar y recibir el  contacto y la retroalimentación de lo que somos y de lo que pensamos.

       Además, cuando se dice que el lenguaje no es inocente, se está planteando que las palabras crean contextos que tienen efectos negativos sobre las posibilidades de descubrir aspectos de nuestra historia, que encierran a la persona cuando categóricamente se aseguran cosas con respecto a su identidad. Por ejemplo, si al un niño se le dice “eres tonto” o “eres malo, eres el diablo”, como esas aseveraciones son juicios de valor que están desconectadas de otras experiencias de vida, no le permiten a la persona o al niño/a,  la posibilidad de analizar como cambiar, que el lo que molesta a los demás y como puede reflexionar sobre su propia experiencia  de conducirse de esa manera.

      Existen maneras de hablar que bloquean el intercambio de información, e interfieren con la posibilidad de entendernos cuando nos relacionamos,  esto pasa cuando el lenguaje está cargado de juicios de valor, de etiquetas negativas, de expresiones que rotulan a las personas, o cuando se piden explicaciones más allá  de la comprensión de la persona misma, lo cual cierra el proceso de intercambio puesto que lo único posible es defenderse, cerrarse o decir “no se”. La pregunta evidente  sería ¿Cómo podemos hablarnos de tal manera que podamos abrir  la puerta para entender la manera de ver y de pensar de a otra persona? y más aún, ¿Cómo podemos ayudar a la otra persona a entender  lo que le pasa o lo que siente? Con un lenguaje que, en vez de presuponer respuestas  pregunte, permita que la persona exponga sus razones y maneras de ver lo vivido; con preguntas que abran el espacio de la confianza sin sentirse evaluado o juzgado;  dando libertad  para la expresión de todos los sentimientos  aunque sean negativos sin juzgarlos; acallando la necesidad evaluar o de poner en tela de juicio lo que el otro dice y cruzando la barrera de la individualidad para ir a su mundo y entenderlo. Desde ahí, solo escuchando las palabras, las intenciones, el contexto, las maneras usuales de ser en esa cultura, es que podremos escuchar con el corazón.

      Para poder influir en la otra persona primero tenemos que entenderla, que abrir nuestro intelecto y nuestro corazón para ir hacia su mundo, desde ahí, es que crearemos una relación en la que la verdadera intimidad puede darse, en la que la confianza hace que la persona pueda re-examinar, si lo que hace, está en relación a lo que considera valioso en la vida o si debe cambiar. Una relación así,  nos permite  crecer  mutuamente, sentimos con la posibilidad de exponer lo que somos sin miedo a ser juzgados o despreciados y crea un contexto en el que aprendemos la importancia de escuchar a las personas más allá de las palabras, estando con ellas en la vida.

      Las palabras pueden ser armas que destrozan, que aniquilan el corazón de la persona agredida, rechazada o juzgada. El efecto de lo que decimos puede encontrarse con una respuesta más agresiva cuando estamos degradando con las palabras. Si por el contrario, escuchamos con el corazón  abierto lo que las personas nos dicen, y estamos dispuestos a aprender oque eso significa para su vida, las palabras serán el vínculo que permita que las personas que están en ella se entiendan, se respetan, se amen y crezcan.


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miércoles, 28 de marzo de 2012

EL INEVITABLE PROCESO DE CAMBIAR

                                               Por Mtra. Marta Campillo R.

      La vida es un proceso con un movimiento constante en el que el cambio es una parte inherente de la misma. Cambiamos cuando ni siquiera sentimos o nos damos cuenta que estamos cambiando, así  estamos envejeciendo, nos crece el pelo las uñas  o las células, cambiamos de metabolismo de acuerdo con la edad y hay múltiples cambios emocionales en cada etapa puesto que día a día enfrentamos y resolvemos problemas y aprendemos a afrontar la vida.

     Cambiar es un proceso que implica flexibilidad, que implica descubrimiento, que hace necesario renunciar a muchas cosas que se nos han hecho el camino conocido para descubrir nuevas maneras de ser. Muchas situaciones en la vida nos enfrentan a la necesitad de tener paciencia, de poder soportar dolor, angustia o enfermedad y ante estos retos extremos encontrar la manera de esperar, de ser tolerantes o de no dejar que la desesperación nos haga su presa.  Enfrentar esas situaciones hace necesario que cambiemos.  Así, las situaciones extremas contienen lecciones que no son visibles o no se nos hacen perceptibles  en el momento que tenemos que vivirlas pero mientras las vamos sobreviviendo y vamos conociendo la capacidad de resistencia que podemos tener comenzamos a descubrir conocimientos y habilidades que nos pueden ayudar.

      Muchas veces tenemos que cambiar aunque en realidad preferiríamos no hacerlo pero continuar con las alternativas que hemos mantenido puede ser parte de lo que nos estorba. Pensando como hemos afrontado los problemas, que hemos hecho ante la adversidad en el pasado nos abre el camino para ir reconociendo lo que podemos hacer y como necesitamos cambiar.


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lunes, 12 de marzo de 2012

El Acto De Vivir

El Acto De Vivir

                         Marta Campilllo R 

Lo inesperado de la vida nos llega

Como una brisa fresca

Como un horizonte que se despeja

Como el agua que recorre el cuerpo llenándolo de paz

Lo bello del amor

Se siente en la presencia

En el gozo por la felicidad del otro

En un acto de sencillo de cuidado y generosidad

Hoy es el momento que otorga

La oportunidad para decidirse a aceptar

El reto de abrazar al infinito

Al hacer útil ese instante al vivir

La vida te llama con su canto

A entregar lo mejor que tienes para dar

A demostrar la pasión de no cejar

En el ahínco por aprender a ser

Baila al ritmo que tus acciones faciliten

Abriendo caminos y senderos luminosos

Que te permitan reconocer de ti

Lo novedoso, lo inusual, lo inesperado

Crear en el acto de vivir

Es generar en el amor y la pasión

Aquello que nutra la esperanza

Que permite trascender


jueves, 8 de marzo de 2012

MUJER SOL

            Marta Campillo R             8 de Marzo, 2012
Eres Mujer un manantial que nutre
Con sus aguas cristalinas
Haciendo que el follaje vital se despliegue
En fuerza y en belleza

Mujer que impulsas con energía
La fortaleza y la esperanza
Resolviendo con paciencia aquello que atormenta
Al desvanecerse a la desilusión

Mujer cálido apoyo tu presencia induce
Al traducir la mirada en comprensión
El abrazo en afectuoso amparo
Y la sonrisa en optimismo

Mujer voz deliberada e ideas convincentes
De clara intuición y juicio razonable
Expresado en la defensa de lo justo
Y la oposición a la opresión

Alegría vuelta Mujer
Canto que emana de la sencillez
Entusiasmo contagioso de júbilo
Incitando a la elación

Mujer luz de sol
Que iluminas el corazón llenándolo de vitalidad
Forjando su entereza en el propósito certero
De crear en la existencia el resplandor del amor

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viernes, 2 de marzo de 2012

Ser la persona que quiero ser


Ser la persona que quiero ser

Por Mtra. Marta Campillo R.
    En la vida las experiencias nos sirven para aprender lo que queremos ser y muchas veces lo que vivimos no siempre es placentero, nos enfrentamos con muchos obstáculos y dificultades que si no somos cautelosos nos podrían frenar, llenar de rencores, de odio o de una visión desmoralizadora de la vida.
     Aprender a ser fuertes, como comúnmente se dice, no es algo que se tenga como una esencia interna y que ya teniéndola se vaya a reaccionar de esa manera siempre,  más bien lo que somos puede verse como una interacción constante con otras personas, con el medio, con los propios pensamientos y emociones y con el proyecto de vida de lo que queremos lograr y lo que estamos realizando ahora. Así la reflexión de esa interacción pareciera ser una brújula que nos orienta acerca del rumbo que podemos tomar, así evaluamos como lo que hacemos está teniendo un impacto en nosotros mismos y en los demás.
      Muchas cosas influyen en el rumbo que decidimos para desarrollar nuestras habilidades, a veces es el contacto con alguna persona lo que nos inspira cuando ésta nos alienta o nos reconoce que tenemos talento para hacer algo; otras veces las oportunidades se presentan por azar y es cuestión de decidirnos a conocer algo o a experimentar algo nuevo o diferente. De todas esas experiencias siempre va quedando una enseñanza que da un sustento para ir reconociendo cual es el camino que más responde a aquello que nos hace felices y en el cual nos podemos desenvolver mejor.
       Ser una persona es un proyecto que nunca acaba, más bien somos un proceso en creación, el SER o lo que somos es una concepción transitoria no es un estado, más bien  podemos considerarnos como un río cuyas aguas fluyen y fluyen y sigue siendo un río. En ese fluir de las aguas o sea la experiencia vivida es en donde nos vamos desenvolviendo y en donde lo que somos va cobrando sentido, así cuando las condiciones se cierran y cosas difíciles o muy dolorosas pasan, pareciera que no vamos a ser capaces de soportarlo, sin embargo nuestro propio crecimiento nos enseña a soportar el dolor, a dejar ir las cosas que no nos gustan, a dominar el miedo, a intentar cosas nuevas y todo ese acervo de vivencias está en nuestra historia, ahí como adormilado, aunque nunca lo hayamos reconocido y solo emerja ante condiciones de emergencia o de  sobre vivencia.
      La facultad del ser humano de guardar la experiencia vivida en recuerdos no analizados, hace que la riqueza de lo que somos sea enorme, que podamos en cualquier momento que nos lo propongamos recordar y volver a pensar aquellas cosas que un día fuimos o nos gustaron de nosotros mismos, aunque sean como un vago recuerdo. Todo lo que experimentamos como bueno para nuestra vida y nos agradó y que por las circunstancias parecía haberse perdido pero que está ahí guardado en nuestra conciencia nos puede servir para resolver algún problema o para saber de lo que somos capaces ante alguna situación amenazadora. Así somos en el presente pero la capacidad de reflexionar no solo acerca de lo inmediato sino también respecto del pasado y aprovecharlo para aprender nos hace únicos en el universo, nos permite crecer utilizando lo vivido aunque en el momento no hay parecido relevante.
     Ser lo que queremos ser tiene que ver con gestionar en el presente creando oportunidades para poder realizarse, manejando las emociones para que sean provechosas, dejando ir malo o doloroso del pasado y aprendiendo de esas circunstancias, sacando provecho del dolor y transformándolo en motivación haciendo un uso creativo del miedo o de las emociones negativas. Motivándonos aunque las situaciones sean adversas y no le interese a nadie lo que hagamos o no haya alguien para aplaudir el esfuerzo invertido en una meta, además, tomando un tiempo para reflexionar lo que estamos viviendo y lo que hemos vivido, unos momentos de silencio o de soledad reflexiva haciendo un viaje hacia lo onírico, hacia la imaginación, hacia el diálogo para poder estar contigo mismo, de tal manera que en ese proceso activo de creatividad se desprendan emociones placenteras de felicidad, de aprendizaje, de confianza, de orgullo por haber podido manejar los sentimientos que nos enfrentan o quieren arrastrar, de satisfacción por haber logrado las cosas que ya conseguimos y por los anhelos de futuros proyectos que realizar. Así en ese vaivén de la vida seremos lo mejor que queremos ser.
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sábado, 25 de febrero de 2012

El nicho del Amor: la Aceptación
                    Marta Campillo R
      La aceptación que recibimos de otros seres humanos tanto en las relaciones vitales como en otros tipos de contactos sociales, tiene un efecto emocional fundamental para la persona, tanto así que se ha considerado que las consecuencias emocionales que las relaciones tienen, es definitorio para el desarrollo de lo que seremos como seres humanos. Así una pregunta central sería ¿Cuál es la importancia de conocer y analizar la manera en como nos relacionamos y las repercusiones que esto tiene para nuestra vida?
     Los teóricos de la comunicación entre ellos el Dr. Paul Watzlawick ha propuesto que cuando nos relacionamos con otras personas establecemos patrones relacionales aunque no sean concientes o no nos demos cuenta de que lo hacemos. Además no solo es importante el contenido de lo que hablamos con los demás, la historia de lo que se dice sino las características de la relación. Así las relaciones pueden ser de Aceptación, de Rechazo, de Descalificación, de Desconfirmación y de Doble Vínculo.
      Cuando una persona nos acepta, ese ser acogido por el otro nos confirma, sobretodo si ese amor incondicional es, como el amor que generalmente se recibe de los padres, o de las relaciones fundamentales, el impacto emocional de la aceptación es de “tu vales” y desde esa perspectiva el aprender a vivir se allana, el aprender a no hacer tan graves los problemas y a perdonarse cuando uno se equivoca se facilita, el cariño sana las heridas, nos enseña a ser generosos con los y con nosotros mismos. El sabernos queridos nos da una referencia de pertenecer a una familia y la oportunidad de aprender a dar amor al tiempo que se recibe. Ser  aceptado al inicio de la vida nos hace crear una protección interna de seguridad que nos acompaña a lo largo de la vida, nos permite confirmar que nuestra existencia vale.
     Cuando en las relaciones encontramos rechazo, si este está claro, por ejemplo en el caso de que alguien no esté de acuerdo con lo que decimos, es fácil aceptarlo pues es está clara la relación. Si alguien prefiere no llevarse con nosotros y rechaza la relación con nosotros, aunque no es placentero tenerlo que reconocer es una situación con la que tenemos que aprender a vivir y a asumir que no con todas las personas nos vamos a llevar bien. El efecto emocional del rechazo es “tú no vales”.
       Lo complicado viene cuando la relación es de descalificación, esto es, el menospreciar a la persona indirectamente, negando que ella tiene razón en algo que dice, por ejemplo decirle “tú no hables pues no sabes”. Además se descalifica cuando le cambiamos el tema de la conversación a la persona, esto es como salirse por la tangente;  o le contestamos con un chiste que niega o no responde a los sentimientos que ésta está planteando. El efecto emocional de la descalificación es “tú no cuentas”. La descalificación es confusa pues al ser indirecta  a la persona no le queda claro que es lo que está mal, aquí es como agredir de manera indirecta  y eso tiene la consecuencia de hacer difícil la relación en la cual uno  se siente atacado continuamente.
     Uno de los patrones más difíciles es el de la desconfirmación, pues aquí se ignora la existencia de la persona, como se dice comúnmente se “pone la ley del hielo”. Claro esto no es significativo si la persona no es de importancia vital pero si esta persona es alguien cercano, con el que tenemos un gran afecto y cercanía, el que se corte la relación tiene un fuerte impacto emocional.  El efecto emocional de la descalificación es “tú no existes”. Cuando esto le sucede a alguien de niño y la persona que lo desconforma es una persona de vital importancia, el efecto es crecer si haberse sentido confirmado, con inseguridad, con rebeldía, con enojo y con una tendencia a la tristeza  profunda y el dolor de sentirse negado, no reconocido como ser humano.
     El Doble Vínculo es un patrón que es el núcleo de muchos de los problemas que tenemos en las relaciones pues éste se caracteriza por tres elementos: hay una relación vital, una paradoja y la imposibilidad de aclarar lo que pasa, no se pude platicar ni tampoco irse o evitarlo, la persona se siente atrapada. La oración que nos ejemplifica en que consiste es: “sí…pero…no”, Esto es, “Te quiero pero no te acepto”, “quiero la relación pero no quiere ser fiel”, “me voy pero me quedo aquí”. Todos expresamos muchas cosas y nos ponemos en un doble vínculo, por ejemplo si decimos “quiero bajar de peso pero no quiero hacer nada”, así eso es un mensaje con una doble valencia, positiva y negativa y así no se puede resolver ni aceptar, tenemos que ponernos del lado del sí o de la posición de no y decidir. El problema es cuando el doble vínculo es permanente y la condición de confusión ocurre desde la infancia. Así lo que hacemos y como tratamos a las personas  es crucial para lo que somos, por lo tanto recibir y dar aceptación es el secreto de la armonía en las relaciones.
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viernes, 17 de febrero de 2012

LA VIDA MULTIHISTORIADA

 LA VIDA MULTIHISTORIADA
                                 Por Mtra. Marta Campillo R.
        
       La vida en un grupo social implica relaciones sociales múltiples y el navegar en un sin fin de costumbres y valores con respecto a lo que somos, pareciera que desde que estamos creciendo continuamente estamos comparando lo que podemos hacer con lo que se espera que hagamos, el lente está puesto en nosotros para evaluar que tan buenos o malos somos en la ejecución de ciertas habilidades. Lo que sucede generalmente es que de esa manera una falta de desarrollo hace que ese problema se centralice o se engrandezca de tal manera que se vuelva lo que las personas son y no solo una expresión de alguna habilidad. Aunque es muy útil poder evaluar las habilidades lo cuestionable es que se reduzca a una persona, es un número en una prueba o a que tan bien puede desempeñar una habilidad.
     Todos tenemos historias infantiles de las cosas que nos tardamos en aprender o para las que nunca tuvimos suficiente destreza, muchos no aprendieron a tocar el piano, otros no lograron correr muy rápido o recitar largos poemas frente a un público, mientras para algunos compañeros todo eso se les facilitaban enormemente.
      Lo interesante es que lo que somos como personas tiene muchos campos de aptitud y habilidad, y estos tienen que ver con una multitud de interacciones en diferentes ambientes en los que hacemos muchas cosas que requieren muchas habilidades y dentro de la sociedad siempre habrá una persona para la cual realizar ese trabajo le sea fácil y le parezca atractivo aunque para los demás no lo no sea. Así la valoración de lo que somos no puede estar basado solo en la falta de competencia de una habilidad.
     Los problemas pueden crear un efecto de eclipse de lo que las personas son, solo se ve el problema y se ignoran los conocimientos y las habilidades que si existen pues nadie está definido solo por un problema. Los problemas nos llevan a pensar en un solo lado de la historia de la persona y la vida se desarrolla en una multiplicidad de interacciones sociales que requieren muchas competencias y en cada una de estas demostramos diferentes habilidades, así se puede  pensar que la vida es multi-historiada, esto es, que no solo existe una versión de lo que somos, nos creamos como seres humanos en las interacciones sociales que tenemos y es en éstas en las que desplegamos nuestra unicidad y complejidad.
      Con cada relación, con cada grupo que interactuamos, en diferentes momentos de  la vida, esas personas que nos ven nos escuchan, nos aman, esas personas conoce cada quien un lado de los que somos capaces de hacer, por lo tanto cuando queremos conocer a una persona se tendría que conocer a muchas de los lados que muestra y de las características que demuestra con las personas con las que se lleva para que estas pudieran dar testimonio de las habilidades que esa persona tiene.
     Cuando pensamos en el problema de un niño, si únicamente lo vemos a través de lo que le genera problema, tendríamos una versión distorsionada de sus capacidades. Puede ser que un niño tenga dificultades con las matemáticas y sin embargo sea muy bueno en el deporte, o puede se que se le dificulte la lecto-escritura y sea una magnífica dibujante. Casi siempre los problemas nos obstaculizan la comprensión de las posibilidades variadas que tenemos y la consecuencia es que la autoreferencia personal de nuestra valía o de nuestras posibilidades se ve disminuida al pensar así, más bien habrá que aceptar que hay ciertas habilidades para las que no tenemos facilidad y que las podemos realizar por el gusto y el placer de hacerlas sin la medición de la perfección de lamisca. Así podremos cantar con tan solo importarnos el gusto de disfrutar una canción, o podremos participar en un deporte y pintar o escribir aunque eso no pueda ser nuestro oficio de vida.
      Afortunadamente todos tenemos cosas que se nos facilitan mucho, con las cuales no nos importa ni la cantidad de tiempo ni el esfuerzo, ni la dedicación con la que tengamos que enfrentar el aprenderlas, podemos pasarnos horas practicando, perfeccionando y a la vez con el profundo gozo de hacer esa actividad. En la vida el secreto de encontrar una carrera o actividad para llevar a cabo, no se centra en todo lo que no podemos hacer bien, está basada en aquellas cosas para las cuales pareciera que nacimos para realizarlas, no importando de la actividad de que se trate pues en la actualidad hay tantas profesiones y demandas de destrezas técnicas por el gran desarrollo científico y económico.
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sábado, 11 de febrero de 2012

DEJANDO HUELLA

Dejando Huella
Por Mtra. Marta Campillo R.

     Los propósitos para muchas personas es que su legado sea muy conocido en el mundo, trascender con su obra, ya sea impresa o de arte o pública y lo logran debido a que lo que han hecho beneficia a la sociedad, esto es así por los grandes valores humanos que los han inspirad, que tienen que ver con el bien colectivo. Existe otro nivel en el que nuestras vidas son trascendentes aunque ese nivel parezca imperceptible siendo este nivel de importancia fundamental y pasa desapercibido, esto es, el efecto que nuestra existencia tiene sobre la vida de las personas con las que convivimos.
      Basta con recordar en nuestra propia vida ¿Quienes han sido pilares fundamentales de  lo que somos ahora? Si nos preguntáramos ¿Qué persona recuerdas que noto o que apoyo la imagen que tú prefieres de ti, lo que te gusta de ti? Tal vez muchos de nosotros diríamos mi abuelita, me encantaban los ratos de salir con ella, de estar en su casa oyendo música y platicando, me encantaba que me daba mucho cariño. O tal vez diríamos mi maestra de primer grado que me decía que era muy inteligente.
      Pensando en las cosas que hemos aprendido que nos gustan de nosotros mismos, podríamos rastrear con quien aprendimos ese a tener esa afición, ese gusto por algo  aunque sea raro, por ejemplo deleitarse con una comida exótica o aprender un oficio o habilidad no común, esto remarca que somos primordialmente relacionales, sociales, que lo que somos se va fundando en una comunidad de personas de las cuales vamos aprendiendo a ser y en cuya compañía aprendemos a desarrollarnos y a encontrar la imagen de lo que nos gusta ser.    
      Esa presencia casi imperceptible con la que la de otras personas  que nos quieren nos apoyan, nos estimulan o ayudan a que podamos descubrir en nosotros cualidades o habilidades, con quienes hemos pasado tiempo en lo cotidiano y con su manera de relacionarse con nosotros, abre experiencias en las que nos podemos reconocer con la imagen que preferimos y en las cuales aprendemos que nuestra presencia tiene un impacto en los demás. Así, aprendemos a ir identificando en cada interacción, con cada persona una historia que va conformando lo que identificamos como “yo” o lo que soy. Cuando nos vernos a través de los ojos de esas personas, tal vez reconocemos nuestra mejor imagen y así en las muchas experiencias que vamos acumulando vamos aprendiendo a identificar las muchas posibilidades que tenemos al ser.
    El tener a personas significativas se ha llamado la membresía de la vida y esto también incluye el que nosotros seamos parte de la membresía de la vida o el ser parte de la vida de otras personas al formar o desarrollar su espíritu, apoyar a una persona que se desarrollo y realice sus capacidades es tan importante como trascender como sobresalir de otra manera. Tal vez la sociedad no ponga tanto énfasis en el reconocimiento del efecto que los papás o las personas cercanas, o los maestros o los amigos tiene sobre el bienestar de las personas y hasta ahora eso pase solo a ser parte de la historia personal de cada quien, pero ¿Qué sería  de nosotros sin personas que nos hubieran cuidado, protegido y enseñado a ser seres humanos? ¿Sería posible la existencia sin las otras personas? No la respuesta es definitivamente no, nos creamos como seres humanos en el nicho de las relaciones sociales de amor, de amistad, con personas valiosas, entusiastas, alegres, dedicadas con las que convivimos y en las cuales aprendemos a ser.
      Si pensáramos a quienes le tenemos que agradecer lo que somos, a la mejor alguien muy individualista diría pues a mí mismo, si es cierto no somos solo lo dan las personas desde afuera pero sin ellas tampoco podríamos ser quienes somos, se tienen los dos niveles del ser humano en constante interacción, lo individual y lo relacional. La cuestión es que cuando reconocemos la importancia que las relaciones con los demás tiene ese efecto profundo en nuestro bienestar emocional,  también podemos valorar el efecto que nuestro accionar con las otras personas tiene sobre ellos y pensar en lo importante que es ofrecer cariño libremente, dar apoyo a las personas que nos rodean, reconocerles las cosas que hacen bien y favorecer en todos los niveles posibles las condiciones para su crecimiento, de tal manera que su presencia se vuelva una fuente de vida para nosotros y nuestra vida al convertirnos en un apoyo fundamental cobre un significado especial en la membresía de su vida. 
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sábado, 4 de febrero de 2012

El lazo de amor llamado Amistad.

El lazo de amor llamado Amistad.
Mtra. Marta Campillo R.

     Cuando se habla de que el ser humano es esencialmente social, lo que se está designando es la importancia que las relaciones con otras personas tienen en nuestra vida. Comenzamos la existencia como seres indefensos imposibilitados de inicio para  valernos por nosotros mismos y de ahí comenzamos un tránsito formativo que está rodeado por las otras personas a lo largo de la vida, así, la sonrisa es una de las primeras respuestas sociales que es una demostración de la importancia que la interacción tiene a lo largo del camino Aprendemos a hablar de oír las voces y de relacionar lo que los sonidos significan cuando nos hablan, mucho de lo que hacemos inicialmente es imitar los movimientos, gestos, sonidos de las personas que nos cuidan, desde el inicio somos como los peces que nadan en el ambiente relacional social.
       Dentro de todas las relaciones que tenemos en la vida una de las que más nos aportan en el proceso de aprender, de cambiar, de negociar, de compartir, de gozar y de reír son los amigos y amigas con las que compartimos muchas de las experiencias de crecimiento en la vida. Las vivencias infantiles se convierten en recuerdos maravillosos de las travesuras o de las cosas audaces que solo nos atrevimos a hacer en la compañía de los amigos/as.
      Las relaciones de amistad pasan a formar parte de otra clase de familia, no se trata de las relaciones consanguíneas sino de esas uniones formadas en la afinidad de gustos, de  actividades o de humor, en donde lo que somos se ve reflejado y en donde nos retroalimentan de la manera en la cual impactamos a los demás, es a través de los ojos de los amigos/amigas que comenzamos a descubrirnos y a crecer.
      Muchas veces a los largo de la vida esta hermandad se vuelve una parte de lo que nos aporta apoyo emocional y es una red a la que tenemos un acceso incondicional, lo que es muy importante para una sobre vivencia emocional, autores como Michael White han llamado a esa red de relaciones la membresía de la vida. Tal pareciera que pertenecemos a una gran fraternidad a la que solo se pertenece con calidez, sinceridad y amor; una red de apoyos y de contactos sin los cuales la vida sería como un páramo pues no tendríamos con quien ventilar las alegrías, las pequeñas o grandes tragedias cotidianas, los logros, los planes o la risa.
     El vínculo maravilloso del que gozamos con solo tener la apertura emocional para dar cariño y atenciones a las otras personas,  es uno de los lazos emocionales a través del cual podemos lograr una gran intimidad emocional, podemos así recordar todas los secretos que únicamente hemos compartido con la amiga o amigo, todas las lágrimas que solo se han derramado es ese nicho suave de confianza y calidez, en aquellas confesiones que al platicarlas se han puesto en la dimensión apropiada. Además, ese espacio para compartir, conforma un tiempo de gozo, de risa y de comunicación lúdica incomparable y único que solo se da con las “amigochitas” o con los “cuates”.
      Con los amigos somos una de las mejores expresiones de lo que podemos ser como seres humanos, somos pacientes, amables, cálido/as, respetuosos, apoyadores,  sinceros/as y ponemos todo lo que esta de nuestra parte para conciliar y disfrutar de esa relación. Todas estas cualidades desplegadas en la amistad tienen que ver con la reciprocidad de amor que la caracteriza y que la hace ser un vínculo tan importante y constituyente de lo que reconocemos como nuestra identidad.
       Todos podríamos contar muchas anécdotas de lo que hemos vivido con nuestros amigos en las pláticas, en los viajes, reuniones, las caminatas o el deporte y al recordar las cosas que pasamos en su compañía, se vuelve a iluminar esa parte de la existencia como si acabara de pasar y nos volvemos a reír a carcajadas y si cada quien aporta otro detalle a la historia, esas risas parecieran un choro sonoro que revive lo chusco o lo irónico, lo fantástico o lo absurdo, lo emocionante o lo placentero y es ahí, en ese cúmulo magnífico de recuerdos  que está entretejido el cariño que nace al compartir y disfrutar lo vivido juntos.
    Celebrar esa maravillosa posibilidad humana es hacer un homenaje al valor que tiene esa red de afectos que nutre lo que somos y podemos lograr ser en el futuro y es reconocer que la amistad es un valor humano esencial.
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jueves, 19 de enero de 2012

Perdonar no es olvidar
         Los agravios en las relaciones humanas son algo inherente a las mismas, claro está que algunas problemas tienen un contenido más grave y producen mucho más dolor emocional que otros y entre más fundamental sea la relación con la persona seguramente  más es el impacto que el problema tiene en la vida y las relaciones de la persona. La creencia popular es que para lograr perdonar hay que olvidar las ofensas. El problema es que no se puede borrar la memoria, el recuerdo de lo ocurrido va a estar ahí re-traumatizando a la persona una y otra vez.
            La tristeza generalmente acompaña a las pérdidas y los problemas que sufrimos. Pero nosotros como seres humanos podemos lograr separar el dolor del recuerdo y así poder hacer que las heridas nos vayan cicatrizando lentamente. El recuerdo va a permanecer ahí pero lo que va a cambiar es el dolor que se asocia a ese recuerdo, dejándolo ir. El proceso interno en el que se tiene que involucrar la persona es un proceso de auto-protección, para consecuentemente poder ir trabajando al dolor. Desde que somos pequeños vamos aprendiendo a manejar diferentes tipos de dolores, unos por enfermedad, otros por pérdidas de cosas, así en nuestra historia hay múltiples experiencias de resistir el dolor. Pareciera que cuando algo malo nos ha pasado tenemos que recurrir a esa alcancía de recuerdos de fortaleza que cada uno de nosotros tiene aunque no la haya utilizado antes o no parezca tenerla pero está en lo que somos, nadie puede crecer sin aprender a superar experiencias dolorosas.
 Muchas veces las heridas profundas nos causan un profundo enojo y éste es una emoción sorda, es decir que por más que uno trate de hablarlo o de reducirlo, más se presenta y parece ser resistente a todo intento de eliminarlo. El enojo surge del miedo a ser lastimado, así que la tarea es darnos a nosotros mismos  la seguridad interna de que no vamos a permitir que nadie nos dañe. Únicamente desde una postura de autoprotección se puede superar el enojo para permitir que el proceso de sanar continúe.

El dejar ir es un proceso en el que viajar en nuestra propia historia, hay que descubrir experiencias previas en las cuales uno haya tenido la experiencia de ir más allá de los problemas, y ese conocimiento es muy particular a cada uno de nosotros. No hay recetas generales, los secretos de cómo superar los problemas están en esos pequeños detalles de la vida, ¿Cómo le hicimos la primera vez que un amigo no quiso tener ya una relación con nosotros? ¿Cómo logramos dejar de pensar en lo mismo y lo mismo? ¿Cómo logramos perdonarnos cuando nos equivocamos?


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Crecer y Cicatrizar Heridas
Mtra. Marta Campillo R.

      A lo largo de la vida vamos enfrentando muchas cosas que nos hacen sufrir y que son parte de crecer y de saber enfrentar los problemas, poco a poco vamos conociendo como logramos digerir y elaborar las emociones que se producen cuando algo nos hirió. Generalmente el dolor emocional se traduce en odio, en rencor y en enojo permanente hacia la persona o circunstancia que nos hirió. Lo malo de conservar esas emociones negativas es que se vuelven una emoción que obstruye toda visibilidad del mundo, de los cambios y nos consume pues domina la opinión que se tiene de esa persona o circunstancia adversa del pasado.
      Al reflexionar sobre la manera como el odio puede cegarnos y no permitir que aprendamos a dejar ir, a separarnos de las ofensas aunque estas parezcan imperdonables, sobretodo cuando ésta se ha tratado de muerte de un familiar o de algo irreparable como una herida física, y aún ahí o de manera más importante en esos casos, tenemos que tener la claridad y fortaleza para decidir no quedarnos atrapados en el odio, pues en vez de haber una víctima puede ser que una circunstancia adversa haga que sean muchas víctimas, pero hay que decidir con un uso creativo del coraje y a no quedarse fijado en el odio sino ir de estar en una posición de víctima a una posición de auto rescate en donde la persona decide no dedicarle ni un minuto más a ese problema sino a su recuperación.
      Lo que tenemos a favor como seres humanos es que toda nuestra fisiología tiende a la cicatrización, en nuestro cuerpo nada se queda como una herida, así podemos recordar las múltiples veces que nos hemos cortado o que hemos tenido fracturas de huesos o algunas otras heridas graves y aunque de inicio pareciera que no vamos a sanar podemos ver como en la herida inmediatamente se forma una costra que cierra la piel y luego de ahí se va desinflamando pasando de estar rojo e hinchado a irse poniendo menos rojo y nos va dejando de doler, en nuestro cuerpo muchas reacciones inmunológicas se han puesto en marcha sin que nosotros mismos lo pensáramos, automáticamente comenzamos el proceso de sanar.
       En lo emocional también tenemos procesos y toda nuestra historia de vida, a la cual podemos recurrir para encontrar todas aquellas experiencias en las cuales hemos perdonado o dejado ir lo malo, tal vez desde lo que vivimos cuando éramos pequeños algún desacuerdo con un compañero en la escuela, algún menosprecio que alguien nos hizo, alguna dificultad para entendernos con los amigos o cuando alguien nos dejó de hablar o se separó de la mistad con nosotros y aún cosas más graves o serias que hayan pasado entre nuestros padres y que tuvimos que aprender a ser valientes y aceptar como lo es el divorcio o la muerte de uno de ellos, los accidentes o pérdida materiales. Así la vida nos ha enseñado a resistir la adversidad aunque cuando viene un nuevo problema pareciera de inicio que no sabemos como responder, posteriormente podemos descubrir como ya hemos resistido en otras ocasiones, que nos hemos dicho, en que nos apoyamos, quienes influyeron para que respondiéramos así de manera valiente, que nos impulsó de nuestros propios valores o compromisos de vida.
      Pensar en todas aquellas personas o los valores que nos hicieron comprometernos con vivir mejor, con superar a la adversidad, con aprender a perdonar, con aprender a centrar nuestra energía en el auto rescate, lo que nos dio esperanza, no permite reconocer en nuestra historia una riqueza incalculable que todos tenemos, tal vez no hayamos tenido anteriormente que ir a nuestro saber histórico a buscar esa sabiduría de vivir, pero ahí está. Está contenida en la ternura de las personas que nos han demostrado cariño o nos querido, está en as relaciones de amistad que han perdurado a lo largo de la vida, está en el empeño que hemos tenido de aprender las habilidades que nos permiten desenvolvernos como personas; está en la capacidad para reír ante lo adverso y poder aceptar nuestros errores con misericordia y paciencia; está en la tolerancia con la que aceptamos las diferencias de los demás; está en el gozo con que descubrimos algo nuevo o recordamos algo bello del pasado; está en nuestra capacidad para experimentar el placer y de disfrutar con las cosas más sencillas.
      Poder acceder a esa historia que contiene todo ese cúmulo de riquezas experimentadas y vividas nos ayuda cuando estamos enfrentando a la tristeza o al odio a renunciar a su garra, a no dejarnos hundir en una existencia gris y poder trascender a recuperar la paz y la entereza de poder seguir adelante.     

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