jueves, 3 de enero de 2013

AMAR ES UN VERBO


Marta Campillo R.
Desde que nacemos tenemos la experiencia de ser amados, de ser cuidados y de tener una fuente de cercanía y amor en las personas que nos cuidan y nos ayudan a convertirnos en seres humanos socializados, de ellos aprendemos a tener seguridad y a poder ser independientes, ellos se convierten en modelos que nos permiten entender la realidad y como ser y estar en ella, los padres generalmente desempeñan esta labor amorosa a través de la cual el amor se convierte en un lenguaje emocional de la cercanía y del cariño. Aprendemos a amar siendo amados, sabemos como cuidar porque nos han cuidado, sabemos como acompañar a los demás pues cuando lo hemos necesitado alguien ha estado al pie de nuestra cama para atendernos en la enfermedad. El dar amor se aprende cuando lo recibimos y cuando empezamos a dar atenciones, besos y sonrisas a quien nos quiere.
Muchas veces hablamos del amor como algo especial, como un sentimiento, como una emoción y en las relaciones con las otras personas ese sentimiento tiene que materializarse en hechos. Si pensamos cuantas veces las personas nos dicen que nos aman y la relación no dura, no se es capaz de negociar los conflictos o de sobreponerse a las diferencias de opinión o de perdonar los errores. Si la relación es de amor tiene que convertirse en intimidad, en confianza y en apoyo, tendría que ser algo tangible con lo que pudiéramos contar en los mejores y en los peores momentos de la vida.
El amor establece un vínculo muy preciado en la vida con el que somos capaces de hacer por los más grandes sacrificios, en algunos casos esto puede implicar dar la vida misma por un ser amado. El amor se traduce en ímpetu, en una motivación muy especial, para hacer cosas por y para la otra persona. Amor de palabra y no hechos en una emoción vacía.
El amor es aceptación y el reconocimiento de tener un lugar de importancia en la vida de otras personas, así, la experiencia de sentir pertenencia, de ubicarse dentro de una familia es lo que nos enseña a reconocernos y a querernos a nosotros mismos. La aceptación de nuestros seres más cercanos nos enseña que somos valiosos y nos demuestra lo que los lazos de cariño significan. Aprendemos que amar es dar, es apoyar, es ayudar en todo lo necesario y es estar dispuesto a realizar sacrificios para el bienestar de la otra persona en caso de que sea necesario. Se dice que “el amor mueve montañas” y así es, puesto que el amor es compromiso y ese empeño es algo que reconocemos como fundamental en la vida.
Amar es hacer, es dar en todos los sentidos en que se participa en las relaciones, con tiempo, con compañía, con risas y deleite de estar con la persona, con recursos si eso se necesita El amor no solo se circunscribe a las relaciones personales sino que se expande a los grupos y a la vida misma. Se traduce en colaboración por el bienestar común, en acciones de empeño para realizar tareas sociales de generosidad y de dar aquello que solo los seres humanos podemos darle a los demás, todo lo que somos nosotros mismos, más allá de las cosas materiales y de esto tenemos grandes ejemplos como la Madre Teresa de Calcuta.
Así, cuando pensamos en el amor muchas veces hablamos de ese sentimiento idealizado que se experimenta con la pareja o cuando se está estableciendo la relación, ese es una de las clases de amor que podemos sentir pero también está el amor por la vida, por la profesión, por los amigos, por la naturaleza o por la belleza. En el caso de las relaciones con otras personas, es amor tiene que ser un compromiso de vida que se traduzca en tolerancia, en gozo, en compartir, en tener la apertura y disposición emocional que nos motive a llevar la relación de la emoción a las acciones que tienen que ver con el mantener a la relación viva, con un nivel de intimidad que se vuelva un lazo de crecimiento para las dos personas. Es crear a través de las acciones emprendidas en lo cotidiano, en lo pequeño y casi imperceptible de la vida, un clima de entendimiento y de armonía que permita a las personas sentirse cómodas, entendidas, en confianza sin resquemores, sin desconfianza en nuestra presencia y compañía.
Amar es hacer en todos los niveles y en todos los sentidos, es soñar en el futuro compartido con la pareja, los hijos, los familiares y amigos, toda la red de relaciones sociales que puedan sumarse. Amar es concretizar en nuestro estilo de vida los valores más preciados que nos permitan sentir que estamos recreando lo mejor de los valores humanos.

Para enviar comentarios: martacam2000@yahoo.com.mx

MÁS ALLÁ DEL TRAUMA


Mtra Marta Campillo R


Las experiencias crueles y dolorosas perpetuadas por las personas que nos deberían haber querido y cuidado, que se vivieron en el pasado, nos pueden hacer llegar a conclusiones erróneas acerca de lo que somos y distorsionan la visión que tenemos de nosotros mismos, nos podemos pensar como sin valor, como un fracaso, vacíos, que la vida no vale la pena y desolados. El dolor marca esa imagen y pareciera que no hay otra manera de entender la vida, pero no es así. El trauma nunca se vive de manera pasiva, siempre existe una respuesta aunque nunca se haya hablado de eso y no la hayamos reconocido antes.
El dolor de las experiencias negativas del pasado no solo quiere distorsionar nuestra imagen de identidad sino también negar las posibilidades de cambio y de realización de una vida diferente en el futuro. Para oponerse a esos designios necesitamos encontrar en nuestra vida, momentos y experiencias que hablen de una manera diferente de dar valor y de apreciar a la vida y a las relaciones, de tal manera que al revisar esas experiencias se haga aparente todo lo que da sustento a nuestra vida, aunque nunca antes hayamos pensado que eso es valioso o que nos ha definido de manera opuesta.
La vida es multihistoriada, esto es, tenemos muchas relaciones y en cada una de ellas se encuentra una versión de lo que somos, las personas tienen un impacto cuando tenemos una relación con ellas y a la inversa, nosotros impactamos su vida al estar en relación con nosotros.
Muchas veces nos es difícil apreciar a lo que le damos valor y a los que nos inspira, pues generalmente no lo identificamos solo lo vivimos, ahí en esa particular manera de fijarnos, de notar, de oponernos a lo injusto, que está contenida en lo que hacemos en lo cotidiano. Ahí es donde en nuestra historia se han guardado los recuerdos de experiencias que contradicen a la historia del desamor y el trauma. Siempre hay una relación con alguien o con algo, como un libro, una manera de pensar o ver la vida que nos llega al corazón y nos da una idea de cómo nos gustaría que fuera la vida, nos hace darle valor a cierta manera de ser y de vivir aunque en el presente esa no sea nuestra vida. Son esas experiencias las que son las huellas de otra historia contenida en nuestra vida, las que tenemos que recrear, identificar, poner delante de nuestros ojos para comenzar a vernos de manera diferente.
Una persona puede haber sido despreciada o maltratada profundamente y sin embargo cuando se relaciona con sus hijos ser muy cariñosa y cuidarlos. Detrás de esa manera de ser hay una historia que habla de alguna interacción o experiencia en la que se aprendió a darle valor al cariño. Las experiencias pueden venir de muchas partes, de la interacción con un libro o una película. Ahí en esa vivencia, la persona está seleccionando una manera diferente para ejercer su vida. Recordar esa vivencia en la que se identifica algo a lo que se le da un valor, como el tener esperanza, el creer en la justicia, amar y aceptar a los demás, abre un camino que va a permitir el reconocimiento de otra alternativa de lo que inspira nuestra vida. Esta nueva consideración de la importancia que tiene esas partes de nosotros más allá de las humillaciones, el desamor o el abuso, abren el camino a redefinir lo que somos y lo que deseaos para nuestra vida.
Cuando recreamos e identificamos a lo que le damos valor cambiamos la imagen de lo que somos, nuestra visión personal se transforma, ahora podemos vernos a la luz de lo que le damos valor y que se han vuelto un propósito o principio de vida, desde los que podemos renunciar a la vieja imagen que, el desamor y el trauma quería grabar en nosotros.
Descubrir que hay otras posibilidades para ser y estar con nosotros y en las relaciones con los demás, basándose en aquello a lo que le damos valor nos cambia la vida. Ahora podremos reconocer, a los sueños que nos inspiran, a las esperanzas que están inscritas o son parte de lo que hacemos y en nuestra manera de ver y ser en el mundo.
Reconocer y saber que estamos guiando la vida desde los sueños, esperanzas, deseos, compromisos y principios de vida cambia la manera en que nos vemos, dándole un sentido profundo a lo que nos inspira y que está expresado en lo que hacemos, en la manera en la cual nos integramos a las demás personas, en lo que priorizo al cuidar y amar a los demás y a mí mismo, lo cual hace un territorio de vida, de identidad que se transforma en el piso o una plataforma desde el cual se pude mirar a la vida, las relaciones y el futuro y reconsiderar al pasado cambiando las conclusiones negativas a las que habíamos llegado para reconsiderarlas a la luz de esa nueva imagen de lo que le damos valor y que nos ha inspirado.
Reconocer en nuestra historia a lo que le hemos dado valor y que ahora es nuestro territorio de vida nos permitirá inspirarnos para ser y lograr lo que queremos en la vida y las relaciones que imaginamos para formen parte de esa nueva visión de nosotros mismos, nuestra historia alternativa.
Para enviar comentarios: martacam2000@yahoo.com.mx