Ser la persona que quiero ser
Por Mtra. Marta Campillo R.
En la vida las experiencias nos sirven para aprender lo que queremos ser y muchas veces lo que vivimos no siempre es placentero, nos enfrentamos con muchos obstáculos y dificultades que si no somos cautelosos nos podrían frenar, llenar de rencores, de odio o de una visión desmoralizadora de la vida.
Aprender a ser fuertes, como comúnmente se dice, no es algo que se tenga como una esencia interna y que ya teniéndola se vaya a reaccionar de esa manera siempre, más bien lo que somos puede verse como una interacción constante con otras personas, con el medio, con los propios pensamientos y emociones y con el proyecto de vida de lo que queremos lograr y lo que estamos realizando ahora. Así la reflexión de esa interacción pareciera ser una brújula que nos orienta acerca del rumbo que podemos tomar, así evaluamos como lo que hacemos está teniendo un impacto en nosotros mismos y en los demás.
Muchas cosas influyen en el rumbo que decidimos para desarrollar nuestras habilidades, a veces es el contacto con alguna persona lo que nos inspira cuando ésta nos alienta o nos reconoce que tenemos talento para hacer algo; otras veces las oportunidades se presentan por azar y es cuestión de decidirnos a conocer algo o a experimentar algo nuevo o diferente. De todas esas experiencias siempre va quedando una enseñanza que da un sustento para ir reconociendo cual es el camino que más responde a aquello que nos hace felices y en el cual nos podemos desenvolver mejor.
Ser una persona es un proyecto que nunca acaba, más bien somos un proceso en creación, el SER o lo que somos es una concepción transitoria no es un estado, más bien podemos considerarnos como un río cuyas aguas fluyen y fluyen y sigue siendo un río. En ese fluir de las aguas o sea la experiencia vivida es en donde nos vamos desenvolviendo y en donde lo que somos va cobrando sentido, así cuando las condiciones se cierran y cosas difíciles o muy dolorosas pasan, pareciera que no vamos a ser capaces de soportarlo, sin embargo nuestro propio crecimiento nos enseña a soportar el dolor, a dejar ir las cosas que no nos gustan, a dominar el miedo, a intentar cosas nuevas y todo ese acervo de vivencias está en nuestra historia, ahí como adormilado, aunque nunca lo hayamos reconocido y solo emerja ante condiciones de emergencia o de sobre vivencia.
La facultad del ser humano de guardar la experiencia vivida en recuerdos no analizados, hace que la riqueza de lo que somos sea enorme, que podamos en cualquier momento que nos lo propongamos recordar y volver a pensar aquellas cosas que un día fuimos o nos gustaron de nosotros mismos, aunque sean como un vago recuerdo. Todo lo que experimentamos como bueno para nuestra vida y nos agradó y que por las circunstancias parecía haberse perdido pero que está ahí guardado en nuestra conciencia nos puede servir para resolver algún problema o para saber de lo que somos capaces ante alguna situación amenazadora. Así somos en el presente pero la capacidad de reflexionar no solo acerca de lo inmediato sino también respecto del pasado y aprovecharlo para aprender nos hace únicos en el universo, nos permite crecer utilizando lo vivido aunque en el momento no hay parecido relevante.
Ser lo que queremos ser tiene que ver con gestionar en el presente creando oportunidades para poder realizarse, manejando las emociones para que sean provechosas, dejando ir malo o doloroso del pasado y aprendiendo de esas circunstancias, sacando provecho del dolor y transformándolo en motivación haciendo un uso creativo del miedo o de las emociones negativas. Motivándonos aunque las situaciones sean adversas y no le interese a nadie lo que hagamos o no haya alguien para aplaudir el esfuerzo invertido en una meta, además, tomando un tiempo para reflexionar lo que estamos viviendo y lo que hemos vivido, unos momentos de silencio o de soledad reflexiva haciendo un viaje hacia lo onírico, hacia la imaginación, hacia el diálogo para poder estar contigo mismo, de tal manera que en ese proceso activo de creatividad se desprendan emociones placenteras de felicidad, de aprendizaje, de confianza, de orgullo por haber podido manejar los sentimientos que nos enfrentan o quieren arrastrar, de satisfacción por haber logrado las cosas que ya conseguimos y por los anhelos de futuros proyectos que realizar. Así en ese vaivén de la vida seremos lo mejor que queremos ser.
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