lunes, 14 de mayo de 2012

Las vicisitudes del amor: El devenir de la pareja

                                                                                                Mtra. Marta Campillo R.

      Las parejas pasan por todo un proceso a lo largo de su historia, desde la selección  del compañero/a, los acuerdos para profundizar y definir la relación, el establecimiento de la pareja como unidad legal o sea el matrimonio, la consolidación de la familia y las etapas del nacimiento del o los hijos y la salida del hogar los mismos. Todas estas etapas se desarrollan mientras la persona  está cambiando su manera de ser, de verse y de comportarse y descubriendo sus posibilidades de ser persona en el mundo.

       Así, lo que inicialmente nos atrae de una persona puede en el futuro convertirse en lo que nos separa de ella. Las personas en el proceso de crecer tenemos que superar los conflictos que se generan el proceso de crecimiento y de aceptación de lo que somos. Los defectos que nos han marcado y con los cuales ha sido difícil vivir se convierten en una máscara con la cual nos presentamos ante los demás cuando queremos que nos quieran. Muchas veces ese proceso de auto aceptación, en que la auto imagen  que nos vamos formando es de una persona defectuosa o que no ha podido realizar algunas cosas ya sea por dificultades físicas, cognitivas o relacionales, al seleccionar una pareja, va a mirar o enamorarse de aquella persona que no tienen ese problema o que posee lo que esa persona considera que para ella es imposible de realizar o de lograr.

     Cabe preguntarse ¿Qué tanto del amor es idealización o compensación de lo que no tenemos y nos gustaría ser? La selección de pareja no es sencilla y se realiza en una etapa de la vida en la cual la persona está en pleno desarrollo y está descubriendo su potencial, sus metas y lo que para ésta van a ser sus compromisos de vida, lo cual hace que esa selección inicial esté basada en lo que en esa etapa parece ser lo que necesitamos, y en la manera en a cual la persona interactúa con nosotros, aportando a la relación lo que en ese momento parecemos necesitar para crecer. No se puede dejar de lado el componente de atracción física, la química entre las personas, lo cual también define otro de los niveles importantes en el crecimiento, esto es, el desarrollo de nuestra sexualidad y el descubrimiento de nosotros mismos como seres sexuales.

       La relación inicial además se ve limitada o circunscrita a los valores de las familias y lo que éstas piensan de la edad correcta para tener novio o de la aceptación y el manejo que se da a la nueva pareja. No es fácil para los padres aceptar la convivencia a una persona extraña, que además se va a relacionar con un interés sexual con la hija o el hijo. Así existen toda clase de trabas que hacen que la nueva pareja sufra y tenga limitaciones para verse o tratarse sin tanta interferencia, lo que hace que el conocimiento de la otra persona sea limitado y lleno de influencias o prejuicios, por la  prohibición de la naciente pareja. Si existe apoyo  o permiso para que la relación florezca, esto de todas maneras no hace que la pareja se escape de la etapa de la en la que están y de los conflictos no resueltos con lo que llega la persona a la pareja.

      De inicio solo se descubre lo que podemos dar en ese momento de la vida, la cuestión se complica pues cada cónyuge trae una historia de las reglas con las que ha aprendido a vivir y los valores con los cuales piensa que se debe manejar a la familia, el dinero, las obligaciones financieras o el dinero y  tareas cotidianas comunes. Esa confrontación de modos de vivir se hace real cuando comienza la convivencia juntos y se tienen que implementar estrategias de negociación y de acomodo de las costumbres personales de cada quien para poder desarrollar una vida en común.

      Cuando la pareja logra establecer reglas de convivencia comunes  para sí mismos y para la familia y sobretodo existe una dinámica de resolución de conflictos que permita que los desacuerdos que surjan puedan resolverse, la pareja puede avanzar hacia la intimidad más profunda que se va dando con la profundización del amor y de la sexualidad. Sin embargo para muchas parejas  esto no sucede, más bien los conflictos o resentimientos se transforman en una guerra de posiciones por imponer la manera de vivir especial de uno de los dos, proceso que se da con mayor o menor agresividad y sufrimiento o con un desánimo velado con el que la persona sufre el estar en esa relación. Así muchas parejas llegan a la separación o al divorcio.

       Aprender a vivir en pareja es el arte de crecer junto a otra persona, sin que nuestras propias necesidades sean un punto de contención o de inaceptación por el otro. Es el arte de la paciencia, de la aceptación del cambio y de la negociación. Como seres humanos nunca permanecemos iguales, somos un mismo cuerpo pero somos una persona en constante evolución y aprendizaje, lo cual demanda que podamos comunicar esas necesidades y cambios a la persona con la que convivimos de manera más cercana. El amor en la pareja es el compromiso de crecer juntos, de aceptar las diferencias y de perdonar los errores que inevitablemente tenemos para lograr que más allá de los grandes problemas y diferencias de modos de ser, de preferencias y de ideas la pareja pueda permanecer unida y consolidándose en el respeto y el amor.

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