Dejando Huella
Por Mtra. Marta Campillo R.
Los propósitos para muchas personas es que su legado sea muy conocido en el mundo, trascender con su obra, ya sea impresa o de arte o pública y lo logran debido a que lo que han hecho beneficia a la sociedad, esto es así por los grandes valores humanos que los han inspirad, que tienen que ver con el bien colectivo. Existe otro nivel en el que nuestras vidas son trascendentes aunque ese nivel parezca imperceptible siendo este nivel de importancia fundamental y pasa desapercibido, esto es, el efecto que nuestra existencia tiene sobre la vida de las personas con las que convivimos.
Basta con recordar en nuestra propia vida ¿Quienes han sido pilares fundamentales de lo que somos ahora? Si nos preguntáramos ¿Qué persona recuerdas que noto o que apoyo la imagen que tú prefieres de ti, lo que te gusta de ti? Tal vez muchos de nosotros diríamos mi abuelita, me encantaban los ratos de salir con ella, de estar en su casa oyendo música y platicando, me encantaba que me daba mucho cariño. O tal vez diríamos mi maestra de primer grado que me decía que era muy inteligente.
Pensando en las cosas que hemos aprendido que nos gustan de nosotros mismos, podríamos rastrear con quien aprendimos ese a tener esa afición, ese gusto por algo aunque sea raro, por ejemplo deleitarse con una comida exótica o aprender un oficio o habilidad no común, esto remarca que somos primordialmente relacionales, sociales, que lo que somos se va fundando en una comunidad de personas de las cuales vamos aprendiendo a ser y en cuya compañía aprendemos a desarrollarnos y a encontrar la imagen de lo que nos gusta ser.
Esa presencia casi imperceptible con la que la de otras personas que nos quieren nos apoyan, nos estimulan o ayudan a que podamos descubrir en nosotros cualidades o habilidades, con quienes hemos pasado tiempo en lo cotidiano y con su manera de relacionarse con nosotros, abre experiencias en las que nos podemos reconocer con la imagen que preferimos y en las cuales aprendemos que nuestra presencia tiene un impacto en los demás. Así, aprendemos a ir identificando en cada interacción, con cada persona una historia que va conformando lo que identificamos como “yo” o lo que soy. Cuando nos vernos a través de los ojos de esas personas, tal vez reconocemos nuestra mejor imagen y así en las muchas experiencias que vamos acumulando vamos aprendiendo a identificar las muchas posibilidades que tenemos al ser.
El tener a personas significativas se ha llamado la membresía de la vida y esto también incluye el que nosotros seamos parte de la membresía de la vida o el ser parte de la vida de otras personas al formar o desarrollar su espíritu, apoyar a una persona que se desarrollo y realice sus capacidades es tan importante como trascender como sobresalir de otra manera. Tal vez la sociedad no ponga tanto énfasis en el reconocimiento del efecto que los papás o las personas cercanas, o los maestros o los amigos tiene sobre el bienestar de las personas y hasta ahora eso pase solo a ser parte de la historia personal de cada quien, pero ¿Qué sería de nosotros sin personas que nos hubieran cuidado, protegido y enseñado a ser seres humanos? ¿Sería posible la existencia sin las otras personas? No la respuesta es definitivamente no, nos creamos como seres humanos en el nicho de las relaciones sociales de amor, de amistad, con personas valiosas, entusiastas, alegres, dedicadas con las que convivimos y en las cuales aprendemos a ser.
Si pensáramos a quienes le tenemos que agradecer lo que somos, a la mejor alguien muy individualista diría pues a mí mismo, si es cierto no somos solo lo dan las personas desde afuera pero sin ellas tampoco podríamos ser quienes somos, se tienen los dos niveles del ser humano en constante interacción, lo individual y lo relacional. La cuestión es que cuando reconocemos la importancia que las relaciones con los demás tiene ese efecto profundo en nuestro bienestar emocional, también podemos valorar el efecto que nuestro accionar con las otras personas tiene sobre ellos y pensar en lo importante que es ofrecer cariño libremente, dar apoyo a las personas que nos rodean, reconocerles las cosas que hacen bien y favorecer en todos los niveles posibles las condiciones para su crecimiento, de tal manera que su presencia se vuelva una fuente de vida para nosotros y nuestra vida al convertirnos en un apoyo fundamental cobre un significado especial en la membresía de su vida.
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