El lazo de amor llamado Amistad.
Mtra. Marta Campillo R.
Cuando se habla de que el ser humano es esencialmente social, lo que se está designando es la importancia que las relaciones con otras personas tienen en nuestra vida. Comenzamos la existencia como seres indefensos imposibilitados de inicio para valernos por nosotros mismos y de ahí comenzamos un tránsito formativo que está rodeado por las otras personas a lo largo de la vida, así, la sonrisa es una de las primeras respuestas sociales que es una demostración de la importancia que la interacción tiene a lo largo del camino Aprendemos a hablar de oír las voces y de relacionar lo que los sonidos significan cuando nos hablan, mucho de lo que hacemos inicialmente es imitar los movimientos, gestos, sonidos de las personas que nos cuidan, desde el inicio somos como los peces que nadan en el ambiente relacional social.
Dentro de todas las relaciones que tenemos en la vida una de las que más nos aportan en el proceso de aprender, de cambiar, de negociar, de compartir, de gozar y de reír son los amigos y amigas con las que compartimos muchas de las experiencias de crecimiento en la vida. Las vivencias infantiles se convierten en recuerdos maravillosos de las travesuras o de las cosas audaces que solo nos atrevimos a hacer en la compañía de los amigos/as.
Las relaciones de amistad pasan a formar parte de otra clase de familia, no se trata de las relaciones consanguíneas sino de esas uniones formadas en la afinidad de gustos, de actividades o de humor, en donde lo que somos se ve reflejado y en donde nos retroalimentan de la manera en la cual impactamos a los demás, es a través de los ojos de los amigos/amigas que comenzamos a descubrirnos y a crecer.
Muchas veces a los largo de la vida esta hermandad se vuelve una parte de lo que nos aporta apoyo emocional y es una red a la que tenemos un acceso incondicional, lo que es muy importante para una sobre vivencia emocional, autores como Michael White han llamado a esa red de relaciones la membresía de la vida. Tal pareciera que pertenecemos a una gran fraternidad a la que solo se pertenece con calidez, sinceridad y amor; una red de apoyos y de contactos sin los cuales la vida sería como un páramo pues no tendríamos con quien ventilar las alegrías, las pequeñas o grandes tragedias cotidianas, los logros, los planes o la risa.
El vínculo maravilloso del que gozamos con solo tener la apertura emocional para dar cariño y atenciones a las otras personas, es uno de los lazos emocionales a través del cual podemos lograr una gran intimidad emocional, podemos así recordar todas los secretos que únicamente hemos compartido con la amiga o amigo, todas las lágrimas que solo se han derramado es ese nicho suave de confianza y calidez, en aquellas confesiones que al platicarlas se han puesto en la dimensión apropiada. Además, ese espacio para compartir, conforma un tiempo de gozo, de risa y de comunicación lúdica incomparable y único que solo se da con las “amigochitas” o con los “cuates”.
Con los amigos somos una de las mejores expresiones de lo que podemos ser como seres humanos, somos pacientes, amables, cálido/as, respetuosos, apoyadores, sinceros/as y ponemos todo lo que esta de nuestra parte para conciliar y disfrutar de esa relación. Todas estas cualidades desplegadas en la amistad tienen que ver con la reciprocidad de amor que la caracteriza y que la hace ser un vínculo tan importante y constituyente de lo que reconocemos como nuestra identidad.
Todos podríamos contar muchas anécdotas de lo que hemos vivido con nuestros amigos en las pláticas, en los viajes, reuniones, las caminatas o el deporte y al recordar las cosas que pasamos en su compañía, se vuelve a iluminar esa parte de la existencia como si acabara de pasar y nos volvemos a reír a carcajadas y si cada quien aporta otro detalle a la historia, esas risas parecieran un choro sonoro que revive lo chusco o lo irónico, lo fantástico o lo absurdo, lo emocionante o lo placentero y es ahí, en ese cúmulo magnífico de recuerdos que está entretejido el cariño que nace al compartir y disfrutar lo vivido juntos.
Celebrar esa maravillosa posibilidad humana es hacer un homenaje al valor que tiene esa red de afectos que nutre lo que somos y podemos lograr ser en el futuro y es reconocer que la amistad es un valor humano esencial.
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