La vida nos sorprende en los momentos más inesperados, muchas veces cuando estamos sumergidos en ese enorme laberinto del correr cotidiano, de las prisas, de la presión en el tiempo que nunca alcanza o cuando estamos capturados por las preocupaciones o la tensión, justo en eso momentos sucede algo que nos para y nos asombra.
Esta sorpresas pueden ser el
que alguien nos hable, nos encontramos a alguien que no hemos visto hace mucho,
nos reímos de algo que nos pasó cuando lo estamos contando a algún amigo,
recibimos un correo, alguien se acuerda de nosotros y nos manda saludos,
conocemos a alguien que pareciera que ya lo conocíamos desde hace muchísimo,
ponemos un disco que hace años que no escuchábamos y nos trajo una sensación
muy grata al escucharlo y recordar lo mucho que nos deleita o nos tomamos unos
minutos para poder estar con nosotros mismos y hacer lo que nos place cantar,
comer algo que os gusta, dibujar escribir o bailar o no hacer nada.
El muy interesante el efecto
emocional que tiene las sorpresas buenas, pareciera que se abre un corte en el
tiempo para el entusiasmo, es como si ese contacto con esa persona nos diera
energía o nos llenara de entusiasmo, nos animara a sentirnos bien con nosotros
mismos, es como si nos cambiara del canal o del lugar emocional de desánimo o
estrés, al espacio de recordar o revivir las cosas buenas y bellas que vivimos
en el pasado con esa persona; el cariño fortalece, al sentirnos escuchados e
importantes para la persona, al compartir y contarle todas las cosas nuevas, al
poder desplegar esa parte de los que somos que solo se da con esa persona.
El contacto que tenemos con
las personas es único, en el sentido de que en la interacción que tenemos con
ellas se crea una versión de lo que somos que no es la misma que con otras
personas, así nuestra identidad es todas esas negociaciones e interacciones de
la versión preferida de lo que somos y algunas veces de la que no es tan
preferida cuando las interacciones con difíciles o negativas.
Cuando una persona que ha
estado en esa lista de personas con la que hemos tenido alguna relación, que
hemos sido amigos, hace contacto nuevamente se renueva muy fácilmente ese
vínculo que se ha establecido aunque las personas no estén cercanas físicamente
lo están en el corazón.
Los momentos que nos
sorprenden son como un rayo de luz que nos ilumina, pueden ser pequeñas cosas
que llegan a nosotros inesperadamente y que traen consigo el afecto de alguien
o el recuerdo de algo hermosos que vivimos y nos captura para revivir ese
efecto de placer que había estado olvidado.Si aceptamos que un contacto
inesperado, algo que nos sorprende de manera grata tiene la posibilidad de
cambiarnos el estado de ánimo, pues
podemos pensar que ese efecto también nosotros lo podemos crear en las personas que amamos, con la que somos
amigos o aquellas con las que trabajamos o convivimos en lo cotidiano, nosotros
podemos dar esas sorpresas que demuestran nuestra cercanía afectiva.
Podemos tener maneras muy
creativas de dar sorpresas, tal vez mandando un mensaje, tal vez haciendo una
llamada, tal vez yendo a visitarlas, cocinando algo que les gusta, invitándolos
a que estén en los momentos en que celebramos, creando cercanía y lazos
amorosos que nos produzcan también a nosotros esa sensación de seguridad
compartida, de estar en plural, entre personas con las que la versión de lo que
somos es la manera en que nos gusta ser, bueno amigos, generosos, cálidos,
animosos, con buen humor y dispuestos a ser felices.
Cuando la vida nos da
sorpresas y el corazón se abre por el júbilo de renovar el contacto con alguna
persona, hay que disfrutar ese momento, conservar esa sensación, reconocer el
efecto que el amor tiene en nosotros para poder multiplicarlo, para darnos a la
tarea de dar una atención inesperada, de expresar interés o cariño sin que se
nos haya requerido, de ofrecer una caricia o algún detalle por el solo hecho de
hacerle homenaje a tener a esas personas tan valiosas a nuestro alrededor, de
contar con esos amigos que siempre han estado ahí, simplemente por que la vida
se hace más rica cuando la llenamos de alegría y de amor.
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