Por Mtra. Marta Campillo R.
Crecer y madurar es un proceso de descubrirse, de reconocer las muchas maneras en que podemos aprender a desarrollar nuestras capacidades, como lo hacemos cuando aprendemos de pequeños a caminar sin la preocupación de la censura de hacerlo bien o mal, simplemente haciéndolo y persistiendo más allá de cada caída, de cada tropezón, simplemente darle la oportunidad a las piernas para llegar a correr.
Fracasar es parte de aprender y es parte del reconocimiento de lo que no debemos hacer, el cual se requiere para saber el límite de lo adecuado y de lo peligroso. En el proceso de crecer e ir reconociendo lo que somos y lo que podemos lograr no estamos solos, estamos sumergidos en un medio de relaciones afectivas con familiares o personas cercanas que hacen una red social y es a través de esas interacciones en donde generamos una visión de quienes somos y de lo que el fracaso o el no poder hacer algo significa, no únicamente para nosotros sino también para las personas cercanas.
¿En relación a quién o qué somos un fracaso? Vivir en la sociedad actual es un proceso complicado pues vivimos en la era de la medición y de la comparación de aspectos tanto corporales como de las capacidades. Se mide la inteligencia, se mide la altura o que tan alto se es, que tan delgado o gordo se está, que tan a la moda se viste la persona, etc. En una sociedad donde el énfasis está en la competencia y la comparación, uno de los resultados es que aprendamos a medirnos con la regla de la “incapacidad”, esto es, creerle a la comparación en la cual se enfaticen más las deficiencias en lo que no podemos hacer, que el desarrollo de las capacidades que sí se tienen.
Un ejemplo de como no dejarse atrapar por la incapacidad es el de un campeón de medallas olímpicas, Greg Luganis, quien fue ganador de seis medallas Olímpicas en clavados en el año 1982. Este es un buen modelo pues cuando Greg estaba en la primaria le había diagnosticado dislexia, esto es, no podía leer puesto que rotaba las letras y esa frustración lo llevo a empeñarse en descubrir lo que sí podía hacer bien y así descubrió que podía nadar y posteriormente el salto del trampolín en clavados y de plataforma. Así en vez de centrarse en la deficiencia en la lectura, su empeño se centró en desarrollar su capacidad para nadar y realizar clavados.
Algo que muchas veces se tiene que superar de la infancia son los rótulos con los que se acentúa la deficiencia, por ejemplo ser mal geniudo o berrinchudo, hiperactivo, lento o tonto, incapaz, malo etc. La experiencia humana no puede reducirse a la deficiencia, lo problemático es que ésta genera prejuicios y éstos reducen la manera en que las personas nos valoramos y las expectativas se tiñen de fracaso cuando se espera que la persona no pueda o no se exitoso.
Afortunadamente la vida contiene múltiples historias y cada quien tiene muchas oportunidades para descubrir capacidades que puede desarrollar, pero es importante no centrarse en el fracaso o en la dificultad para aprender alguna actividad. El camino entonces es aprender de los errores, observar lo que experimentamos al haber realizado alguna actividad en que no nos sentíamos con gusto de hacerla, no nos motiva y pudimos dejarla para buscar otras cosas que sentíamos que nos gustaban más y que las podíamos realizar, enfrentar el “no poder” hacer algo, presenta un reto puesto que si es algo que queramos hacer, hay que tratar de lograrlo y utilizar todos los medios para descubrir el “como” lo podemos aprender. Lo maravilloso del aprendizaje es que aprendemos con todos los sentidos y desarrollamos inteligencias múltiples, por ejemplo la inteligencia lógica, la kinestésica, la relacional y de acuerdo a estas vamos a tener un modo de aprender, algunas personas desarrollan más alguna inteligencia que otra y el aprendizaje les será más fácil utilizando esa modalidad.
Los seres humanos no podemos ser vistos en blanco y negro, en dicotomías como aprender o no aprender, tenemos muchas facetas y algunas de ellas ni las conocemos se desarrollan con el tiempo y teniendo la oportunidad para realizarlas. La frustración de alguna expectativa nos enfrenta con el reto de sobreponernos y con el desafío de desarrollarnos en otra área. Con el tiempo lo que desarrollamos es una habilidad para aprender a aprender y eso nos facilita el desarrollo de otras habilidades nuevas.
La validación de los que somos no únicamente puede venir de aquellas cosas en las que sobresalimos, en las que somos buenos o exitosos, sino también emanan de aprender a tener paciencia y misericordia con nuestras deficiencias para poder mejorarlas en vez de esconderlas o de percibirnos solo a través de éstas. Lo que somos también tiene que ver con nuestros compromisos de vida y con las creencias y los valores que como seres humanos tenemos y que se reflejan en nuestras acciones cotidianas, como la perseverancia ante la adversidad y la generosidad en las relaciones con las otras personas más allá del juicio de la incapacidad.
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