jueves, 3 de enero de 2013

AMAR ES UN VERBO


Marta Campillo R.
Desde que nacemos tenemos la experiencia de ser amados, de ser cuidados y de tener una fuente de cercanía y amor en las personas que nos cuidan y nos ayudan a convertirnos en seres humanos socializados, de ellos aprendemos a tener seguridad y a poder ser independientes, ellos se convierten en modelos que nos permiten entender la realidad y como ser y estar en ella, los padres generalmente desempeñan esta labor amorosa a través de la cual el amor se convierte en un lenguaje emocional de la cercanía y del cariño. Aprendemos a amar siendo amados, sabemos como cuidar porque nos han cuidado, sabemos como acompañar a los demás pues cuando lo hemos necesitado alguien ha estado al pie de nuestra cama para atendernos en la enfermedad. El dar amor se aprende cuando lo recibimos y cuando empezamos a dar atenciones, besos y sonrisas a quien nos quiere.
Muchas veces hablamos del amor como algo especial, como un sentimiento, como una emoción y en las relaciones con las otras personas ese sentimiento tiene que materializarse en hechos. Si pensamos cuantas veces las personas nos dicen que nos aman y la relación no dura, no se es capaz de negociar los conflictos o de sobreponerse a las diferencias de opinión o de perdonar los errores. Si la relación es de amor tiene que convertirse en intimidad, en confianza y en apoyo, tendría que ser algo tangible con lo que pudiéramos contar en los mejores y en los peores momentos de la vida.
El amor establece un vínculo muy preciado en la vida con el que somos capaces de hacer por los más grandes sacrificios, en algunos casos esto puede implicar dar la vida misma por un ser amado. El amor se traduce en ímpetu, en una motivación muy especial, para hacer cosas por y para la otra persona. Amor de palabra y no hechos en una emoción vacía.
El amor es aceptación y el reconocimiento de tener un lugar de importancia en la vida de otras personas, así, la experiencia de sentir pertenencia, de ubicarse dentro de una familia es lo que nos enseña a reconocernos y a querernos a nosotros mismos. La aceptación de nuestros seres más cercanos nos enseña que somos valiosos y nos demuestra lo que los lazos de cariño significan. Aprendemos que amar es dar, es apoyar, es ayudar en todo lo necesario y es estar dispuesto a realizar sacrificios para el bienestar de la otra persona en caso de que sea necesario. Se dice que “el amor mueve montañas” y así es, puesto que el amor es compromiso y ese empeño es algo que reconocemos como fundamental en la vida.
Amar es hacer, es dar en todos los sentidos en que se participa en las relaciones, con tiempo, con compañía, con risas y deleite de estar con la persona, con recursos si eso se necesita El amor no solo se circunscribe a las relaciones personales sino que se expande a los grupos y a la vida misma. Se traduce en colaboración por el bienestar común, en acciones de empeño para realizar tareas sociales de generosidad y de dar aquello que solo los seres humanos podemos darle a los demás, todo lo que somos nosotros mismos, más allá de las cosas materiales y de esto tenemos grandes ejemplos como la Madre Teresa de Calcuta.
Así, cuando pensamos en el amor muchas veces hablamos de ese sentimiento idealizado que se experimenta con la pareja o cuando se está estableciendo la relación, ese es una de las clases de amor que podemos sentir pero también está el amor por la vida, por la profesión, por los amigos, por la naturaleza o por la belleza. En el caso de las relaciones con otras personas, es amor tiene que ser un compromiso de vida que se traduzca en tolerancia, en gozo, en compartir, en tener la apertura y disposición emocional que nos motive a llevar la relación de la emoción a las acciones que tienen que ver con el mantener a la relación viva, con un nivel de intimidad que se vuelva un lazo de crecimiento para las dos personas. Es crear a través de las acciones emprendidas en lo cotidiano, en lo pequeño y casi imperceptible de la vida, un clima de entendimiento y de armonía que permita a las personas sentirse cómodas, entendidas, en confianza sin resquemores, sin desconfianza en nuestra presencia y compañía.
Amar es hacer en todos los niveles y en todos los sentidos, es soñar en el futuro compartido con la pareja, los hijos, los familiares y amigos, toda la red de relaciones sociales que puedan sumarse. Amar es concretizar en nuestro estilo de vida los valores más preciados que nos permitan sentir que estamos recreando lo mejor de los valores humanos.

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MÁS ALLÁ DEL TRAUMA


Mtra Marta Campillo R


Las experiencias crueles y dolorosas perpetuadas por las personas que nos deberían haber querido y cuidado, que se vivieron en el pasado, nos pueden hacer llegar a conclusiones erróneas acerca de lo que somos y distorsionan la visión que tenemos de nosotros mismos, nos podemos pensar como sin valor, como un fracaso, vacíos, que la vida no vale la pena y desolados. El dolor marca esa imagen y pareciera que no hay otra manera de entender la vida, pero no es así. El trauma nunca se vive de manera pasiva, siempre existe una respuesta aunque nunca se haya hablado de eso y no la hayamos reconocido antes.
El dolor de las experiencias negativas del pasado no solo quiere distorsionar nuestra imagen de identidad sino también negar las posibilidades de cambio y de realización de una vida diferente en el futuro. Para oponerse a esos designios necesitamos encontrar en nuestra vida, momentos y experiencias que hablen de una manera diferente de dar valor y de apreciar a la vida y a las relaciones, de tal manera que al revisar esas experiencias se haga aparente todo lo que da sustento a nuestra vida, aunque nunca antes hayamos pensado que eso es valioso o que nos ha definido de manera opuesta.
La vida es multihistoriada, esto es, tenemos muchas relaciones y en cada una de ellas se encuentra una versión de lo que somos, las personas tienen un impacto cuando tenemos una relación con ellas y a la inversa, nosotros impactamos su vida al estar en relación con nosotros.
Muchas veces nos es difícil apreciar a lo que le damos valor y a los que nos inspira, pues generalmente no lo identificamos solo lo vivimos, ahí en esa particular manera de fijarnos, de notar, de oponernos a lo injusto, que está contenida en lo que hacemos en lo cotidiano. Ahí es donde en nuestra historia se han guardado los recuerdos de experiencias que contradicen a la historia del desamor y el trauma. Siempre hay una relación con alguien o con algo, como un libro, una manera de pensar o ver la vida que nos llega al corazón y nos da una idea de cómo nos gustaría que fuera la vida, nos hace darle valor a cierta manera de ser y de vivir aunque en el presente esa no sea nuestra vida. Son esas experiencias las que son las huellas de otra historia contenida en nuestra vida, las que tenemos que recrear, identificar, poner delante de nuestros ojos para comenzar a vernos de manera diferente.
Una persona puede haber sido despreciada o maltratada profundamente y sin embargo cuando se relaciona con sus hijos ser muy cariñosa y cuidarlos. Detrás de esa manera de ser hay una historia que habla de alguna interacción o experiencia en la que se aprendió a darle valor al cariño. Las experiencias pueden venir de muchas partes, de la interacción con un libro o una película. Ahí en esa vivencia, la persona está seleccionando una manera diferente para ejercer su vida. Recordar esa vivencia en la que se identifica algo a lo que se le da un valor, como el tener esperanza, el creer en la justicia, amar y aceptar a los demás, abre un camino que va a permitir el reconocimiento de otra alternativa de lo que inspira nuestra vida. Esta nueva consideración de la importancia que tiene esas partes de nosotros más allá de las humillaciones, el desamor o el abuso, abren el camino a redefinir lo que somos y lo que deseaos para nuestra vida.
Cuando recreamos e identificamos a lo que le damos valor cambiamos la imagen de lo que somos, nuestra visión personal se transforma, ahora podemos vernos a la luz de lo que le damos valor y que se han vuelto un propósito o principio de vida, desde los que podemos renunciar a la vieja imagen que, el desamor y el trauma quería grabar en nosotros.
Descubrir que hay otras posibilidades para ser y estar con nosotros y en las relaciones con los demás, basándose en aquello a lo que le damos valor nos cambia la vida. Ahora podremos reconocer, a los sueños que nos inspiran, a las esperanzas que están inscritas o son parte de lo que hacemos y en nuestra manera de ver y ser en el mundo.
Reconocer y saber que estamos guiando la vida desde los sueños, esperanzas, deseos, compromisos y principios de vida cambia la manera en que nos vemos, dándole un sentido profundo a lo que nos inspira y que está expresado en lo que hacemos, en la manera en la cual nos integramos a las demás personas, en lo que priorizo al cuidar y amar a los demás y a mí mismo, lo cual hace un territorio de vida, de identidad que se transforma en el piso o una plataforma desde el cual se pude mirar a la vida, las relaciones y el futuro y reconsiderar al pasado cambiando las conclusiones negativas a las que habíamos llegado para reconsiderarlas a la luz de esa nueva imagen de lo que le damos valor y que nos ha inspirado.
Reconocer en nuestra historia a lo que le hemos dado valor y que ahora es nuestro territorio de vida nos permitirá inspirarnos para ser y lograr lo que queremos en la vida y las relaciones que imaginamos para formen parte de esa nueva visión de nosotros mismos, nuestra historia alternativa.
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miércoles, 1 de agosto de 2012

LOS MOMENTOS QUE LA VIDA NOS REGALA

                                    Por Mtra. Marta Campillo R.
    La vida nos sorprende en los momentos más inesperados, muchas veces cuando estamos sumergidos en ese enorme laberinto del correr cotidiano, de las prisas, de la presión en el tiempo que nunca alcanza o cuando estamos capturados por las preocupaciones o la tensión, justo en eso momentos sucede algo que nos para y nos asombra.

      Esta sorpresas pueden ser el que alguien nos hable, nos encontramos a alguien que no hemos visto hace mucho, nos reímos de algo que nos pasó cuando lo estamos contando a algún amigo, recibimos un correo, alguien se acuerda de nosotros y nos manda saludos, conocemos a alguien que pareciera que ya lo conocíamos desde hace muchísimo, ponemos un disco que hace años que no escuchábamos y nos trajo una sensación muy grata al escucharlo y recordar lo mucho que nos deleita o nos tomamos unos minutos para poder estar con nosotros mismos y hacer lo que nos place cantar, comer algo que os gusta, dibujar escribir o bailar o no hacer nada.

      El muy interesante el efecto emocional que tiene las sorpresas buenas, pareciera que se abre un corte en el tiempo para el entusiasmo, es como si ese contacto con esa persona nos diera energía o nos llenara de entusiasmo, nos animara a sentirnos bien con nosotros mismos, es como si nos cambiara del canal o del lugar emocional de desánimo o estrés, al espacio de recordar o revivir las cosas buenas y bellas que vivimos en el pasado con esa persona; el cariño fortalece, al sentirnos escuchados e importantes para la persona, al compartir y contarle todas las cosas nuevas, al poder desplegar esa parte de los que somos que solo se da con esa persona.

      El contacto que tenemos con las personas es único, en el sentido de que en la interacción que tenemos con ellas se crea una versión de lo que somos que no es la misma que con otras personas, así nuestra identidad es todas esas negociaciones e interacciones de la versión preferida de lo que somos y algunas veces de la que no es tan preferida cuando las interacciones con difíciles o negativas.

     Cuando una persona que ha estado en esa lista de personas con la que hemos tenido alguna relación, que hemos sido amigos, hace contacto nuevamente se renueva muy fácilmente ese vínculo que se ha establecido aunque las personas no estén cercanas físicamente lo están en el corazón.

            Los momentos que nos sorprenden son como un rayo de luz que nos ilumina, pueden ser pequeñas cosas que llegan a nosotros inesperadamente y que traen consigo el afecto de alguien o el recuerdo de algo hermosos que vivimos y nos captura para revivir ese efecto de placer que había estado olvidado.Si aceptamos que un contacto inesperado, algo que nos sorprende de manera grata tiene la posibilidad de cambiarnos el estado de  ánimo, pues podemos pensar que ese efecto también nosotros lo podemos crear en  las personas que amamos, con la que somos amigos o aquellas con las que trabajamos o convivimos en lo cotidiano, nosotros podemos dar esas sorpresas que demuestran nuestra cercanía afectiva.

      Podemos tener maneras muy creativas de dar sorpresas, tal vez mandando un mensaje, tal vez haciendo una llamada, tal vez yendo a visitarlas, cocinando algo que les gusta, invitándolos a que estén en los momentos en que celebramos, creando cercanía y lazos amorosos que nos produzcan también a nosotros esa sensación de seguridad compartida, de estar en plural, entre personas con las que la versión de lo que somos es la manera en que nos gusta ser, bueno amigos, generosos, cálidos, animosos, con buen humor y dispuestos a ser felices.

     Cuando la vida nos da sorpresas y el corazón se abre por el júbilo de renovar el contacto con alguna persona, hay que disfrutar ese momento, conservar esa sensación, reconocer el efecto que el amor tiene en nosotros para poder multiplicarlo, para darnos a la tarea de dar una atención inesperada, de expresar interés o cariño sin que se nos haya requerido, de ofrecer una caricia o algún detalle por el solo hecho de hacerle homenaje a tener a esas personas tan valiosas a nuestro alrededor, de contar con esos amigos que siempre han estado ahí, simplemente por que la vida se hace más rica cuando la llenamos de alegría y de amor.

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viernes, 25 de mayo de 2012

EL HUMOR NOS SALVA

Por Mtra. Marta Campillo R.

      En la cultura mexicana es popular el humor negro, esa manera de burlarse de las situaciones difíciles y a la vez ridículas que nos ocurren, el humor nos salva de tomar las cosas con un exceso de realidad y ponernos fúnebres, es mejor reírnos de nosotros mismos y de nuestra inmensa imperfección.

     Reír es verle el lado amable a la existencia pues tantas cosas pueden salir mal en un día, que si ya perdimos las llaves y nos quedamos fuera de la casa y acabamos en un hotel a la media noche sin ropa, sin cepillo de dientes y casi sin dinero para poder pasar la noche y saliendo de ahí  te encuentras a las personas con las que trabajas, las cuales te miran con ojos de curiosidad y crítica, ante locuaz no queda más que reírse pues las apariencias engañan y solo queda pensar en el refrán “así se hacen los chismes”.

     Quien no ha hecho el ridículo sin querer, cuando te ensucias el vestido o la corbata en una comida, cuando riegas el contenido de un vaso en un lindo mantel, cuando se te cae algo y todo mundo te está viendo y solo queda decir “¿Y ya qué?”, y ¿Qué me puede pasar? ¿Moriré de pena? Mejor, hay que reírse a carcajadas, de esa risa que lo hace a uno llorar.

      Cuando nos reímos de nuestra imperfección estamos admitiendo que noes posible ser perfecto y que no hay nadie perfecto, además de que está bien no ser perfecto,  podemos dejarnos ser con nuestras limitaciones y con todas las cosas que hacemos mal, las cuales son parte de lo que somos y de lo que hacemos muy bien y dejar que se nos resbalen los errores y no atorarnos en ocultarlos o criticarnos por tenerlos, todos estamos en la misma condición en cuanto a imperfección se refiere, el humor nos permite humanizarnos y  no culpabilizarnos, reírnos de nosotros mismos es el camino de la misericordia con nuestra inacabada humanidad, que es grande.

     Si por cada cosa que hacemos mal nos  pagaran estaríamos ricos, hacemos muchas cosas mal, esto es, sin querer equivocarnos y puede que éstas compitan con las que hacemos bien, nos caemos, tiramos cosas, damos un arrancón o frenamos bruscamente, se nos olvidan cosas, no estudiamos suficiente o no cumplimos con lo que dijimos que íbamos a hacer, quedamos mal, hablamos de más, contamos algo que no debimos o criticamos a los demás, llegamos tarde a una cita, nos enojamos de más, nos frustramos ante una pequeñez, en fin que si nos paráramos a mirar los errores pues estaríamos “fritos” como se dice popularmente, así la risa nos ayuda a convivir con lo imperfecto de nuestra existencia para tratar de aprender a reducir la ineptitud, reírse es necesario para no sucumbir de desesperanza.

      Cuando ante lo adverso emprendemos el camino del enojo o la frustración, alguien con muy bien humor puede hacer gala de creatividad y hacernos reír, decir una ocurrencia, algo disparatado que por ser literal hace un contra sentido y nos cambia la perspectiva, al reírnos la vida tiene otro color, abrimos la puerta de la aceptación de lo inesperado o frustrante y le encontramos el lado efímero, transitorio o irrelevante, esto hace que se evapore el mal humor, lo denso de la tragedia cotidiana y nos podemos reír a carcajadas, como todo buen evento intrascendente necesita.

      Es cierto que no siempre ni podemos ni debemos reírnos, pero si pensamos en el número de veces que la situación hubiera estado mejor si no hubiéramos hecho un drama o la hubiéramos tomado tan en serio. Tal vez hubiéramos podido encontrar lo irrelevante en lo trágico, lo cambiante y resoluble en lo frustrante, lo minúsculo en lo aparatoso, lo pequeño e intrascendente en lo agravante o desesperante, reír, reír y reírse de un mismo es el camino.

      Además hay que aceptar que el paso del tiempo nos hace cada vez más imperfectos, así que el camino en vez de mirarse mejor pareciera estar peor, podemos esperar más deterioro y más equivocaciones involuntarias, omisiones o desastres cotidianos, pareciera que todos sin remedio estamos destinados a que los años nos pesen y cada vez hagamos las cosas con mayor imperfección, con menor habilidad, así si no queremos que el futuro deterioro acabe de dañar el optimismo, el poder ver a la vida como relativa, como sujeta a una valoración diferente a la que le damos y a cambio como inevitable, reírse será lo único que haga que esa etapa de la existencia pueda ser más llevadera, el humor negro, gris o de cualquier color nos llevará a disfrutar de manera jocosa las locuritas que nos ocurran cotidianamente.

     Disfrutar de reírse es encontrar una manera de ser en la vida, sin tantos contratiempos, de fluir con las inconveniencias y con el estrés de la cotidianidad, no es posible controlar nada de lo que pasa y aceptando con humor la incertidumbre de nuestra existencia se hará más llevadera, haremos todo lo que podamos hacer, con todo empeño y disposición y si no se dan las cosas,  nos aguarda encontrarle la cuadratura la círculo, el lado amable a lo frustrante y reír, reír y reírnos hasta el llanto.

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martes, 15 de mayo de 2012

Enseñar


Marta Campillo R.                     

Enseñar es como volar

Porque las ideas toman vuelo

En el contacto inspirado

Y envolvente de la colectividad



Enseñar es como admirar

La inmensidad del universo

Porque en esa interacción única se descubren

Las posibilidades infinitas de la mente



Enseñar es como nadar en mar abierto

Pues transitando las aguas de lo ignoto

Se revela el camino

Del idear y crear



Enseñar es como correr

Más allá de el límite esperado

En donde a cada paso el empeño rinde frutos

Y la motivación se nutre del esfuerzo realizado



Enseñar es como fortalecerse

En el manantial bullicioso de la creatividad

Al renovarse lo que somos y

Descubrir lo que podemos llegar a ser



Enseñar es como tocar los corazones

Con solo la presencia cálida o con una palabra generosa

Permitiendo que se nutra y

Le crezcan alas a la esperanza



Enseñar es como soñar

En el mundo de lo posible

Es anidar en la fantasía promisorias creaciones

De las futuras realizaciones

lunes, 14 de mayo de 2012

Las vicisitudes del amor: El devenir de la pareja

                                                                                                Mtra. Marta Campillo R.

      Las parejas pasan por todo un proceso a lo largo de su historia, desde la selección  del compañero/a, los acuerdos para profundizar y definir la relación, el establecimiento de la pareja como unidad legal o sea el matrimonio, la consolidación de la familia y las etapas del nacimiento del o los hijos y la salida del hogar los mismos. Todas estas etapas se desarrollan mientras la persona  está cambiando su manera de ser, de verse y de comportarse y descubriendo sus posibilidades de ser persona en el mundo.

       Así, lo que inicialmente nos atrae de una persona puede en el futuro convertirse en lo que nos separa de ella. Las personas en el proceso de crecer tenemos que superar los conflictos que se generan el proceso de crecimiento y de aceptación de lo que somos. Los defectos que nos han marcado y con los cuales ha sido difícil vivir se convierten en una máscara con la cual nos presentamos ante los demás cuando queremos que nos quieran. Muchas veces ese proceso de auto aceptación, en que la auto imagen  que nos vamos formando es de una persona defectuosa o que no ha podido realizar algunas cosas ya sea por dificultades físicas, cognitivas o relacionales, al seleccionar una pareja, va a mirar o enamorarse de aquella persona que no tienen ese problema o que posee lo que esa persona considera que para ella es imposible de realizar o de lograr.

     Cabe preguntarse ¿Qué tanto del amor es idealización o compensación de lo que no tenemos y nos gustaría ser? La selección de pareja no es sencilla y se realiza en una etapa de la vida en la cual la persona está en pleno desarrollo y está descubriendo su potencial, sus metas y lo que para ésta van a ser sus compromisos de vida, lo cual hace que esa selección inicial esté basada en lo que en esa etapa parece ser lo que necesitamos, y en la manera en a cual la persona interactúa con nosotros, aportando a la relación lo que en ese momento parecemos necesitar para crecer. No se puede dejar de lado el componente de atracción física, la química entre las personas, lo cual también define otro de los niveles importantes en el crecimiento, esto es, el desarrollo de nuestra sexualidad y el descubrimiento de nosotros mismos como seres sexuales.

       La relación inicial además se ve limitada o circunscrita a los valores de las familias y lo que éstas piensan de la edad correcta para tener novio o de la aceptación y el manejo que se da a la nueva pareja. No es fácil para los padres aceptar la convivencia a una persona extraña, que además se va a relacionar con un interés sexual con la hija o el hijo. Así existen toda clase de trabas que hacen que la nueva pareja sufra y tenga limitaciones para verse o tratarse sin tanta interferencia, lo que hace que el conocimiento de la otra persona sea limitado y lleno de influencias o prejuicios, por la  prohibición de la naciente pareja. Si existe apoyo  o permiso para que la relación florezca, esto de todas maneras no hace que la pareja se escape de la etapa de la en la que están y de los conflictos no resueltos con lo que llega la persona a la pareja.

      De inicio solo se descubre lo que podemos dar en ese momento de la vida, la cuestión se complica pues cada cónyuge trae una historia de las reglas con las que ha aprendido a vivir y los valores con los cuales piensa que se debe manejar a la familia, el dinero, las obligaciones financieras o el dinero y  tareas cotidianas comunes. Esa confrontación de modos de vivir se hace real cuando comienza la convivencia juntos y se tienen que implementar estrategias de negociación y de acomodo de las costumbres personales de cada quien para poder desarrollar una vida en común.

      Cuando la pareja logra establecer reglas de convivencia comunes  para sí mismos y para la familia y sobretodo existe una dinámica de resolución de conflictos que permita que los desacuerdos que surjan puedan resolverse, la pareja puede avanzar hacia la intimidad más profunda que se va dando con la profundización del amor y de la sexualidad. Sin embargo para muchas parejas  esto no sucede, más bien los conflictos o resentimientos se transforman en una guerra de posiciones por imponer la manera de vivir especial de uno de los dos, proceso que se da con mayor o menor agresividad y sufrimiento o con un desánimo velado con el que la persona sufre el estar en esa relación. Así muchas parejas llegan a la separación o al divorcio.

       Aprender a vivir en pareja es el arte de crecer junto a otra persona, sin que nuestras propias necesidades sean un punto de contención o de inaceptación por el otro. Es el arte de la paciencia, de la aceptación del cambio y de la negociación. Como seres humanos nunca permanecemos iguales, somos un mismo cuerpo pero somos una persona en constante evolución y aprendizaje, lo cual demanda que podamos comunicar esas necesidades y cambios a la persona con la que convivimos de manera más cercana. El amor en la pareja es el compromiso de crecer juntos, de aceptar las diferencias y de perdonar los errores que inevitablemente tenemos para lograr que más allá de los grandes problemas y diferencias de modos de ser, de preferencias y de ideas la pareja pueda permanecer unida y consolidándose en el respeto y el amor.

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lunes, 16 de abril de 2012

ESCUCHAR CON EL CORAZÓN

Por Mtra. Marta Campillo R.
       El lenguaje nos permite describir el mundo que nos rodea y además podemos analizar nuestra propia manera de pensar y de ver lo que pasa con nosotros mismos. Con el lenguaje interpretamos los eventos que vivimos, nombramos lo conocido y creamos nombres para los nuevos procesos que se van descubriendo. Hablar es una herramienta de la vida, la que nos sirve para organizar historias de las experiencias que vivimos y así les damos una organización que nos permite comprenderlas.

      Las palabras son intrínsecas al pensamiento, somos uno, con nuestra conciencia y con los pensamientos, que se plantean con las palabras y el lenguaje, de tal manera que cuando percibimos la realidad con todos nuestros sentidos y la describimos, la analizamos, diferimos de la interpretación que le dan otros, o creamos poemas para  evidenciar el efecto emocional que un evento tiene, estamos siendo a través del lenguaje, la conciencia, creadas en la relación que tenemos con la realidad.

      Vivimos y creamos una interpretación de lo que vivimos, y es de acuerdo a esa lectura que hacemos y a las conclusiones a las que llegamos que actuamos, así, las historias que creamos modelan nuestra vida. Cuando interactuamos con otros ponemos en acción eso que pensamos de nosotros  y recibimos la reacción de las otras personas a lo que hacemos y eso nos permite modificar la manera en que nos comportamos y lo que aprendemos.

      Cuando hablamos con otras personas, no únicamente estamos emitiendo sonidos, estamos expresando lo que somos y lo que deseamos de la relación con ellas, por lo tanto las palabras están inscritas en una relación que les da un peso particular. Así, si una que nos quiere nos dice “Eso no te queda”, tomamos  su opinión en el contexto de la relación  pero si, una persona con la que la relación es mala, nos dice eso, tal vez lo tomaríamos como un ataque o una descalificación. La relación cambia el peso que tienen las palabras. Cuando hablamos con otras personas, las palabras tienen el peso de la expresión del  afecto, nos permiten clarificarle a los demás nuestras intenciones, lo que sentimos, lo que pensaos, lo que queremos de tal manera que podamos interactuar y recibir el  contacto y la retroalimentación de lo que somos y de lo que pensamos.

       Además, cuando se dice que el lenguaje no es inocente, se está planteando que las palabras crean contextos que tienen efectos negativos sobre las posibilidades de descubrir aspectos de nuestra historia, que encierran a la persona cuando categóricamente se aseguran cosas con respecto a su identidad. Por ejemplo, si al un niño se le dice “eres tonto” o “eres malo, eres el diablo”, como esas aseveraciones son juicios de valor que están desconectadas de otras experiencias de vida, no le permiten a la persona o al niño/a,  la posibilidad de analizar como cambiar, que el lo que molesta a los demás y como puede reflexionar sobre su propia experiencia  de conducirse de esa manera.

      Existen maneras de hablar que bloquean el intercambio de información, e interfieren con la posibilidad de entendernos cuando nos relacionamos,  esto pasa cuando el lenguaje está cargado de juicios de valor, de etiquetas negativas, de expresiones que rotulan a las personas, o cuando se piden explicaciones más allá  de la comprensión de la persona misma, lo cual cierra el proceso de intercambio puesto que lo único posible es defenderse, cerrarse o decir “no se”. La pregunta evidente  sería ¿Cómo podemos hablarnos de tal manera que podamos abrir  la puerta para entender la manera de ver y de pensar de a otra persona? y más aún, ¿Cómo podemos ayudar a la otra persona a entender  lo que le pasa o lo que siente? Con un lenguaje que, en vez de presuponer respuestas  pregunte, permita que la persona exponga sus razones y maneras de ver lo vivido; con preguntas que abran el espacio de la confianza sin sentirse evaluado o juzgado;  dando libertad  para la expresión de todos los sentimientos  aunque sean negativos sin juzgarlos; acallando la necesidad evaluar o de poner en tela de juicio lo que el otro dice y cruzando la barrera de la individualidad para ir a su mundo y entenderlo. Desde ahí, solo escuchando las palabras, las intenciones, el contexto, las maneras usuales de ser en esa cultura, es que podremos escuchar con el corazón.

      Para poder influir en la otra persona primero tenemos que entenderla, que abrir nuestro intelecto y nuestro corazón para ir hacia su mundo, desde ahí, es que crearemos una relación en la que la verdadera intimidad puede darse, en la que la confianza hace que la persona pueda re-examinar, si lo que hace, está en relación a lo que considera valioso en la vida o si debe cambiar. Una relación así,  nos permite  crecer  mutuamente, sentimos con la posibilidad de exponer lo que somos sin miedo a ser juzgados o despreciados y crea un contexto en el que aprendemos la importancia de escuchar a las personas más allá de las palabras, estando con ellas en la vida.

      Las palabras pueden ser armas que destrozan, que aniquilan el corazón de la persona agredida, rechazada o juzgada. El efecto de lo que decimos puede encontrarse con una respuesta más agresiva cuando estamos degradando con las palabras. Si por el contrario, escuchamos con el corazón  abierto lo que las personas nos dicen, y estamos dispuestos a aprender oque eso significa para su vida, las palabras serán el vínculo que permita que las personas que están en ella se entiendan, se respetan, se amen y crezcan.


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